El oro cambia de pies al tercer aviso

La épica de los marchadores fue enriquecida ayer por un desenlace novelesco en los 20 kilómetros. El mexicano Bernardo Segura recibió la tarjeta roja tras llegar el primero. El oro fue entonces para el polaco Robert Korzeniowski, un fuera de serie que buscará el doblete en los 50. El español Francisco Fernández aspiraba a medalla, pero se mostró satisfecho con su séptimo puesto.Segura fue castigado con el tercer aviso, que implica la descalificación, en las puertas del estadio, cuando los jueces son menos flexibles al aplicar las dos reglas básicas: siempre debe haber un pie en contacto con el...

La épica de los marchadores fue enriquecida ayer por un desenlace novelesco en los 20 kilómetros. El mexicano Bernardo Segura recibió la tarjeta roja tras llegar el primero. El oro fue entonces para el polaco Robert Korzeniowski, un fuera de serie que buscará el doblete en los 50. El español Francisco Fernández aspiraba a medalla, pero se mostró satisfecho con su séptimo puesto.Segura fue castigado con el tercer aviso, que implica la descalificación, en las puertas del estadio, cuando los jueces son menos flexibles al aplicar las dos reglas básicas: siempre debe haber un pie en contacto con el suelo y la pierna ha de pisar recta, sin flexión, hasta alcanzar la vertical. Para alguien no experto las imágenes de ayer indican que todos los marchadores infringieron las normas. Pero no hay base para las acusaciones de favoritismo: Korzeniowski, cuyo estilo cerebral contrasta con la visceralidad mexicana, fue descalificado en los Juegos de Barcelona 92 cuando vislumbraba la plata a 500 metros de la cinta.

Fuera por astucia o porque no oyó el aviso, Segura siguió lanzado hacia la gloria, lo que provocó una situación tensa: la decisión oficial le llegó cuando hablaba por teléfono con el presidente de México, Ernesto Zedillo, quien también felicitó a Noé Fernández por un bronce que luego fue plata. Su compatriota Mario Vázquez Raña, miembro del COI, se negó a entregar las medallas en señal de protesta. Nadie frenó a Segura "porque el juez principal se dirigía en ese momento al estadio, que es donde debe estar a la llegada", explicó un portavoz de los árbitros.

Fernández, de 23 años, tiene aún mucho tiempo para emular a Korzeniowski, quien sólo vive para la marcha. "Vi que no podía seguir el ritmo de los que tiraban y decidí asegurarme el diploma", comentó en tono práctico.