REPORTAJE SOBRE PAKISTÁN EN DOCUMANÍA

Licencia para matar mujeres

Casarse sin permiso, ir al mercado con frecuencia o, simplemente, intentar ser independiente justifican el asesinato de una mujer en Pakistán. Bajo el eufemismo de "crímenes de honor", las tradiciones, la religión islámica y la política aún feudal se alían en ese país, al borde de la quiebra económica y social, pero dotado de la bomba nuclear, para dejar que los culpables de esos gravísimos delitos salgan impunes. Esa tragedia es la que refleja con fidelidad y sin sensacionalismo el documental de la BBC Pakistán: licencia para matar, que puede verse en Documanía (Canal Satélite Digital)...

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Casarse sin permiso, ir al mercado con frecuencia o, simplemente, intentar ser independiente justifican el asesinato de una mujer en Pakistán. Bajo el eufemismo de "crímenes de honor", las tradiciones, la religión islámica y la política aún feudal se alían en ese país, al borde de la quiebra económica y social, pero dotado de la bomba nuclear, para dejar que los culpables de esos gravísimos delitos salgan impunes. Esa tragedia es la que refleja con fidelidad y sin sensacionalismo el documental de la BBC Pakistán: licencia para matar, que puede verse en Documanía (Canal Satélite Digital) hoy, sábado (17.00), y el próximo lunes (20.00).Entre los entrevistados destaca el testimonio sobrecogedor de un joven de 19 años que mató a su madre viuda, y así lo admite porque "volvía muy tarde del mercado y eso despertó rumores". Sin ninguna prueba del supuesto deshonor, fue condenada por los hombres de la aldea. "En estas sociedades tienes que vivir según las costumbres y las tradiciones", justifica Zarshid, quien reconoce que se vio obligado a matarla porque se lo exigía la comunidad. Ahora la echa de menos, pero no muestra arrepentimiento.

Pero estos comportamientos no son exclusivos de medios rurales o desfavorecidos. El documental, de reciente producción, se ilustra también con el caso de Samia Imran, hija del presidente de la Cámara de Comercio de Peshawar, a quien su padre mandó asesinar por intentar divorciarse para casarse con el hombre del que se había enamorado. El crimen se produjo hace un año, en el despacho de la abogada que protegía a la joven de la ira de sus familiares y que aceptó concertar una cita con su madre. Las conexiones del hombre no sólo le han evitado cualquier problema con la justicia, sino que impidieron que el Senado aprobara el pasado verano, antes del golpe de Estado del general Pervez Musharraf, un proyecto de resolución contra los asesinatos por honor y la violencia contra las mujeres, una iniciativa que varios parlamentarios habían impulsado a raíz de la muerte de Samia.

Sorprende la frialdad con que un ex senador aprueba los crímenes de honor mientras juega al golf. Lo más triste es que nada parece indicar que tras el cambio político vayan a mejorar las cosas. La mayoría de los entrevistados a pie de calle justifican esos asesinatos en el Corán, aunque luego sean incapaces de demostrar en qué versículos se apoyan. La injusticia se agrava aún más cuando se observa que el perdón que propugna el islam se aplica de forma selectiva: en el 75% de los asesinatos de mujeres, pero rara vez cuando la víctima es un hombre.

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