El Barça fuerza el quinto partido

Los azulgrana trasladan todos sus fantasmas a un débil Madrid, que nunca se sintió ganador

REAL MADRID71

BARCELONA

80

Porque no podía ser de otra manera. Porque en esta final la gloria es de quita y pon, con alborozos o depresiones que duran un día, dos, tres, 48 horas, 72 a lo sumo. Por todo ello habrá quinto partido, en una eliminatoria que es un puro disparate, que viaja de un lado a otro, de zarandeo en zarandeo. Una eliminatoria donde no se gana. Se golpea. Se podrá hurgar en las estadísticas para buscar las claves, para encontrar justificación al triunfo de uno o de otro. Y, en el caso de ayer, no se encontrarán respuestas. El Madrid lanzó mejor y reboteó ...

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REAL MADRID71

BARCELONA

80

Porque no podía ser de otra manera. Porque en esta final la gloria es de quita y pon, con alborozos o depresiones que duran un día, dos, tres, 48 horas, 72 a lo sumo. Por todo ello habrá quinto partido, en una eliminatoria que es un puro disparate, que viaja de un lado a otro, de zarandeo en zarandeo. Una eliminatoria donde no se gana. Se golpea. Se podrá hurgar en las estadísticas para buscar las claves, para encontrar justificación al triunfo de uno o de otro. Y, en el caso de ayer, no se encontrarán respuestas. El Madrid lanzó mejor y reboteó más. Pero ganó el Barça. Habrá que convenir, por tanto, en que esto es una cuestión de ánimo. Y de fuerza física. La que tiene el Barça y no tiene el Madrid. Ganó el Barça, sí. Y lo hizo bien, sin aspavientos, sin adornos, pero con rotundidad. Cualquier espectador que contemplara los hechos con el recuerdo de lo que hizo ese mismo Barça en el tercer partido, bien podría pensar que se había equivocado de lugar, de partido o de equipo. O de jugadores, quizá. Incluso de entrenador. Porque de aquel conjunto insignificante no hubo noticias en el Saporta. Hubo noticias de un conjunto inteligente, sereno y adulto, que mandó al garete todas las esperanzas de un Madrid débil y pobretón. La vida al revés y la final boca abajo. Así quedó el asunto en cuestión de 48 horas.La aparición del Barça en el conflicto fue portentosa. Allí estaba Digbeu, que por lo visto existe para algo más que para mostrarse saltarín cuando entre él y la canasta no hay más que aire. El francés se sintió grande por un día y puso a su equipo, no a él, a volar. 9-22 rezaba el marcador en el minuto nueve y la mitad de los puntos del Barça eran propiedad de Digbeu. El Madrid era un fantasma, un equipo que corría, vaya si lo hacía, pero que se ahogaba en su inoperancia para esquivar sombras, llámense éstas Nacho Rodríguez, Digbeu o Alston. Un equipo, en fin, de cuyo rostro nunca se borró el gesto de perdedor.

Real Madrid: Djordjevic (18), Alberto Angulo (17), Lucio Angulo (10), Struelens (8), Brent Scott (6); Galilea, Herreros (5), Iker Iturbe (5) y Mijailov (2)

Barcelona: Nacho Rodríguez (5), Digbeu (17), Gurovic (8), Alston (6), Dueñas (5); Goldwire (9), Elson, Navarro (13), Rentzias (4) y Gasol (13). Árbitros: Ramos, De la Maza y M.Bertrán. Lleno. 5.200 espectadores en el Raimundo Saporta. El quinto partido se jugará el lunes en Barcelona (21.00, Canal +).

El Barça se sintió feliz desde el inicio y espantó todas sus urgencias de golpe. Una por una se las trasladó a un Madrid precipitado, ansioso, que actuaba como si aquello no durara 40 minutos. Que el Barça no tuviera el partido ganado antes del descanso se debe, únicamente, a un momentáneo arrebato de Djordjevic, que con dos triples logró que su equipo se fuera con vida al vestuario (28-35). Había amenazado el Barça con apuntarse a la moda que acompaña a esta final, la de las palizas, pero el Madrid se sintió valiente durante un instante y retrasó en lo que pudo la debacle, además de evitar la humillación. El Madrid era sabedor de que difícilmente perpetraría otra actuación como la del primer periodo. No lo hizo, respiró, llegó incluso a soñar con aquel 38-40 del minuto 25, o con aquel 42-40 posterior. Pero es el de Scariolo un conjunto que está exhausto, que necesita que mucha gente se muestre en su mejor versión para crecerse. Un conjunto, en fin, que se crea dependencias de tipo casi histórico. Ahora tiene la de Djordjevic, que ayer arrimó el hombro, pero al que le costó encontrar cómplices en su propio equipo.

De baloncesto, lo que se dice de baloncesto, se tuvieron pocas noticias en el pabellón blanco. El marcador se movía con lentitud, producto no de la especulación, sino del histerismo que impregnaba todo aquello. En el Madrid había jugadores, como Djordjevic o los Angulo, con sangre en los ojos; y los había, como Scott, con hielo en las venas. Igualado andaba el duelo cuando el Barça dijo basta, pegó un puñetazo sobre la mesa y se convenció de que el partido era suyo por una razón incontestable: porque era mejor. Gurovic, Digbeu y Goldwire se sacaron de la manga tres triples, asunto en el que el Barça se mostró especialmente iluminado (ocho de 15 consiguió) y llevaron de nuevo el partido a su orilla (42-49).

En éstas que Scariolo se jugó la última carta, la del renqueante Herreros, que malherido se dispuso a arreglar lo que no tenía arreglo. Nueve minutos faltaban y al Madrid no le quedaba más que ponerse épico. Pero en ataque le entró el tembleque, mientras su rival acudía presto a la línea de tiros libres. Hasta 52 lanzó y sus últimos 17 puntos llegaron desde ahí. Y como ningún pívot del Madrid ha nacido para detener a Dueñas, pues el desenlace fue de lo más lógico. Habrá quinto partido, por supuesto, último capítulo de una final, para bien y para mal, inolvidable, caótica, protagonizada por dos equipos que cambian de chaqueta de un día para otro, que golpean y son golpeados. Una y otra vez. Que pasan de favoritos a desahuciados con suma facilidad. Ahora manda el Barça. ¿Y el lunes?

Explicaciones de Aíto e ironías de Scariolo

"Lo tenemos muy complicado para ganar la Liga porque la experiencia demuestra que nos queda lo más difícil", aseguró Aíto García Reneses nada más terminar el encuentro, para sorpresa de todos justo cuando su equipo ha recuperado la ventaja de campo. Pero, según el técnico del Barça, la clave de la agitada final que están protagonizando su equipo y el Madrid está en el factor anímico, y no en el factor cancha."De entrada parecía que la ventaja era nuestra, y el Madrid ganó. Luego fueron ellos los que se sintieron por delante, y llegó nuestra victoria, que hizo de revulsivo para que ellos ganasen el tercero. Cambiaron las tornas y hoy [por ayer] hemos ganado nosotros. Este aspecto a veces no se ve claro, pero es muy importante, por eso digo que lo tenemos complicado y que esa teórica ventaja del factor cancha ya la perdimos en el primer partido", argumentó Aíto. Por si había alguna duda, el técnico del Barça recordó la final de la Conferencia Oeste de la NBA entre Lakers y Portland, donde poco más o menos está pasando lo mismo.

El técnico del Real Madrid recurrió a la ironía para rebatir el supuesto favoritismo del Madrid que deslizó Aíto. "Quizás los partidos que nosotros tenemos que ganar sean los impares. Como es lo que hemos hecho en el primero y el tercero... pues también en el quinto. Es una lectura tan respetable como cualquiera", zanjó Sergio Scariolo. Lo que el técnico italiano no tenía tan claro es cómo el Madrid podía haber perdido después de "tirar mejor, rebotear más, dar más asistencias...". "Claro que hemos lanzado 32 tiros libres menos, pero eso es algo de lo que prefiero hablar en frío", aseguró.

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