NATACIÓN

El chico de los pies de oro Ian Thorpe provoca el delirio en Australia con sus récords mundiales

En un país que adora a sus nadadores, el australiano Ian Thorpe se asoma como el gran protagonista de los Juegos Olímpicos de Sydney. La Thorpemanía ha adquirido una difusión mundial. Desde Mark Spitz, ganador de siete medallas de oro en los Juegos de Múnich, ningún nadador ha despertado tantas expectativas. Ayer volvió a batir el récord mundial de 200 metros, con una marca de 1.45,51 minutos, 17 centésimas menos que la plusmarca que había obtenido en las semifinales de las pruebas de selección olímpicas. Cada vez que Thorpe se lanza al agua, se abre la posibilidad de un récord estratósferico,...

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En un país que adora a sus nadadores, el australiano Ian Thorpe se asoma como el gran protagonista de los Juegos Olímpicos de Sydney. La Thorpemanía ha adquirido una difusión mundial. Desde Mark Spitz, ganador de siete medallas de oro en los Juegos de Múnich, ningún nadador ha despertado tantas expectativas. Ayer volvió a batir el récord mundial de 200 metros, con una marca de 1.45,51 minutos, 17 centésimas menos que la plusmarca que había obtenido en las semifinales de las pruebas de selección olímpicas. Cada vez que Thorpe se lanza al agua, se abre la posibilidad de un récord estratósferico, inalcanzable para sus rivales y para la próxima generación de nadadores. Es un elegido. El Michael Jordan de las piscinas.Esa condición singular ha convertido a Thorpe en el deportista más famoso en su país, lo que no es poca cosa habida cuenta la pasión de Australia por el deporte. Más de la mitad de los faxes que se recogen en el Comité Olímpico Australiano, piden información sobre Thorpe, un muchacho llamado a hacer historia desde su aparatosa irrupción en los Mundiales de Perth 97. Por entonces sólo contaba 15 años, pero consiguió la victoria en los 400 metros. Su precocidad estaba acompañada por un físico privilegiado: 1,94 metros de altura, una perfecta distribución de los músculos en su longilíeno físico, y unos pies desproporcionados por grandes, incluso para su talla. Thorpe calza el 52, un número sólo habitual entre los grandes pívot de baloncesto. Un Romay, o así.

El hombre de los pies de oro es un pez. Puede que el secreto de sus fabulosas marcas sean precisamente sus pies. "Cuando los pies de Ian entran en acción en la última parte de la carrera es como si metiera el turbo", dice Don Talbot, entrenador del equipo australiano. Pero a Thorpe no se le explica sólo desde la beneficiosa desproporción de sus pies. Por cada brazada, gana más de tres metros. Su entrenador, Doug Frost, asegura que jamás ha visto a un nadador tan eficaz en el agua. Sus rivales no salen del asombro. El surafricano Ryk Neethling, uno de los mejores especialistas mundiales de 200 y 400 metros, dice que es imposible seguir a Thorpe. "Cuando sigues su estela, parece que te metes en el tambor de una lavadora automática".

Mientras devora un récord tras otro, Thorpe piensa en la gloria. Quiere conquistar cuatro medallas de oro en Sydney: 200, 400, 4x100 y 4x200. Y hasta medita en la posibilidad de nadar la prueba de 1.500, contra el criterio de sus entrenadore, que temen por una pérdida de su velocidad natural. En Australia es el hombre del año. Le sobran ofertas multimillonarias. Todos quieren el rostro de Thorpe en sus productos. Todos le empujan a por más récords. Y por ahora, el chico no falla.

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