Frutos y Llamazares se enzarzan en una batalla soterrada por la sucesión

La crisis que sufre Izquierda Unida tras la pérdida de la mitad de sus votos y la necesidad de sustituir a Julio Anguita como líder de la coalición está provocando tensiones entre sus máximos dirigentes. Mientras Gaspar Llamazares, único aspirante declarado para sustituir a Anguita, trata de reactivar su candidatura, Francisco Frutos, portavoz parlamentario y líder de hecho de IU, le acusa de estar "enfrentando posiciones y descalificando gentes". Frutos se autoexcluye "de momento" como candidato, pero casi todos los dirigentes están convencidos de que la situación acabará forzándole a aspirar...

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La crisis que sufre Izquierda Unida tras la pérdida de la mitad de sus votos y la necesidad de sustituir a Julio Anguita como líder de la coalición está provocando tensiones entre sus máximos dirigentes. Mientras Gaspar Llamazares, único aspirante declarado para sustituir a Anguita, trata de reactivar su candidatura, Francisco Frutos, portavoz parlamentario y líder de hecho de IU, le acusa de estar "enfrentando posiciones y descalificando gentes". Frutos se autoexcluye "de momento" como candidato, pero casi todos los dirigentes están convencidos de que la situación acabará forzándole a aspirar para impedir que Llamazares se haga con el poder.

Frutos se ha mostrado muy crítico con Llamazares desde que éste se autopostuló, pero últimamente está subiendo el tono. En una entrevista con Efe, el líder de hecho de la coalición pese a que Julio Anguita sigue siendo el coordinador general es tajante: "Si uno dice que a mí me apoyan tantas federaciones está planteando un enfrentamiento entre federaciones, si uno dice que va a renovar frente a otros que no quieren renovar está enfrentando posiciones políticas y descalificando gentes, y no sé dónde me colocarán a mí como elemento cutre y retardatario". La entrevista la hizo el miércoles, y ayer, más tranquilo, aseguraba que no le interesa esta polémica y que sólo pretende que el debate se haga con calma para que, antes del verano -la Asamblea está prevista para finales de octubre- se pueda tener perfilado el consenso en torno a un líder, un equipo y un proyecto para la nueva Izquierda Unida que deberá afrontar una dura travesía del desierto.Frutos insiste en que no quiere sustituir a Anguita en IU, tal y como hizo en 1998 al frente del PCE. ¿Y si es inevitable? "Cuando sabes que tiene que pasar una cosa mala, es mejor pensar que no pasará". De todas formas, ya matiza que esta respuesta sólo es válida "de momento". Prácticamente todos los dirigentes auguran una dura batalla en la que Frutos tendrá que presentarse para evitar que Llamazares, apoyado por los líderes de las federaciones más importantes, a excepción de Andalucía, se haga con el poder. Sobre todo porque, al menos de momento, no se vislumbra ninguna alternativa sólida a estos dos dirigentes comunistas.

Pero si Frutos se dedica a atacar directamente al líder asturiano, éste tampoco se queda de brazos cruzados, aunque en ningún momento ha llegado a descalificar al secretario general del PCE, su partido. Quiere reactivar su candidatura, cada día más debilitada por las críticas que le surgen por varios frentes, y para ello ha elaborado un documento que, según dice, ha enviado a todas las federaciones, en el que explica las líneas políticas básicas de su programa. Sostiene que con ello quiere demostrar que su proyecto es "serio" y cuenta con el apoyo de la mayoría de la coalición.

El documento, según el líder asturiano, sólo es una continuación de una comida, muy criticada por Frutos, que tuvo con los coordinadores más importantes, excluido el de Andalucía, en la que éstos le ofrecieron su apoyo a cambio de que en la nueva Izquierda Unida liderada por el asturiano las federaciones tengan un peso mayor en la dirección.

Este documento es interpretado por muchos como un movimiento más en la partida de ajedrez en que se ha convertido la lucha soterrada entre Llamazares y Frutos. El primero lo niega, ya que, según dice, se fía de "la palabra" de Frutos, que en varias ocasiones se ha autoexcluido de la carrera por la sucesión. Con esta carta de poner a Frutos frente a sus propias palabras juegan todos los que apoyan a Llamazares, que son básicamente los coordinadores de federaciones clave, como Madrid y Valencia, y otras importantes, como la del País Vasco o Cataluña.

Los apoyos del que fuera cabeza de cartel de IU el pasado 12 de marzo están sobre todo en Andalucía y en el PCE. Aunque tampoco tiene enemigos declarados, y casi todos coinciden en que si decide aspirar se hará rápidamente con un amplio consenso gracias a la buena gestión que ha hecho en los últimos meses. Eso sí, los que apoyan a Llamazares dicen que Frutos, por su pasado y por su edad -tiene 61 años- no puede transmitir el mensaje de renovación que ellos defienden como imprescindible para una fuerza que ha perdido a la mitad de sus votantes y corre el riesgo de seguir bajando.

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En todo caso, el asturiano, ahora diputado en Madrid y portavoz adjunto del grupo de IU, sostiene que si Frutos decide finalmente, en contra de su palabra, optar a ese puesto, y además acude a la Asamblea de octubre con un amplio consenso, él se retiraría "sin ningún problema".

Se acabó la 'pinza'

Al margen de las disputas por la sucesión, Frutos y Llamazares coinciden en una cosa: IU debe apostar sin fisuras por la unidad de la izquierda. No sólo eso. En el documento que ha elaborado el líder asturiano lo pone muy claro: "IU ha de ser vista inequívocamente como la punta de lanza contra el PP, abanderando la unidad de acción de la izquierda". Es el definitivo certificado de defunción de la pinza con la que la coalición y el PP presionaron al PSOE en algunas instituciones. Ninguno de los dirigentes de la federación de izquierdas, a excepción de los críticos, admite que la pinza existiera, pero todos, y especialmente Frutos, reconocen que esa idea tan extendida ha sido una de las peores losas con las que ha tenido que cargar IU.

Algunos incluso aventuran que es la más importante de las cuestiones que explican el hundimiento electoral de la coalición, progresivo desde que el PP llegó al poder, y brutal desde junio de 1999.

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