Empate empobrecido en Valladolid

Decían las predicciones que Valladolid era una de las plazas más complicadas que le restaban al Zaragoza en su sorprendente carrera por el título de Liga, y resultó que sí, que el equipo de Txetxu Rojo no pasó ayer de cuadro ramplón en busca del puntito; no fue superior a un rival empequeñecido por las lesiones y perdió una magnifica oportunidad de colocarse segundo en la clasificación después del tropiezo del Barça ante el Mallorca. Y eso que el Valladolid ofreció su peor versión de los últimos tiempos, pero el coraje fue suficiente para arañar un punto que aún fue poco porque el Zaragoza ter...

Decían las predicciones que Valladolid era una de las plazas más complicadas que le restaban al Zaragoza en su sorprendente carrera por el título de Liga, y resultó que sí, que el equipo de Txetxu Rojo no pasó ayer de cuadro ramplón en busca del puntito; no fue superior a un rival empequeñecido por las lesiones y perdió una magnifica oportunidad de colocarse segundo en la clasificación después del tropiezo del Barça ante el Mallorca. Y eso que el Valladolid ofreció su peor versión de los últimos tiempos, pero el coraje fue suficiente para arañar un punto que aún fue poco porque el Zaragoza terminó con diez, acorralado y con un alarmante y tremendo bajón físico.La primera parte resultó una sosería insoportable. El Zaragoza salió al campo en tromba, y no soltó el balón hasta que pasó el primer cuarto de hora. Demostró que era perfectamente capaz de vivir en los alrededores de Cesar, pero sólo fue eso, un demostración estéril porque una vez pasó ese loco cuarto de hora fue el Valladolid el que marcó el ritmo del choque; un ritmo tan lento, tan cansino y tan aburrido que sólo dio para un disparo a puerta. La cuestión a resolver por Manzano era cómo superar la larga lista de bajas: Rodrigo, Peña, Javi Jiménez, Jo, Torres Gómez... Esto es, casi toda la calidad que hay en su plantilla. El resultado a la pregunta fue la abstención, porque el Valladolid de la primera parte no dio una a derechas.

Manzano, que tiene acreditada su capacidad de reacción, salió del descanso otorgando a su equipo la clarividencia de Eusebio, y el fútbol del Valladolid cobró sentido pero no profundidad. Mientras, el Zaragoza siguió a lo suyo, a esperar un algo que moviese el partido. El algo llegó desde un córner que sacó Aragón y que Marcos Vales cabeceó a la escuadra.

El Valladolid no se arrugó y siguió con su técnica de achuchar, pero la ocasión sólo apareció con Caminero metido a pícaro y en forma de penalti que Víctor pegó al palo. Con todo esto el partido regresaba a su estado inicial, y todo lo que no había ocurrido en una hora se desparramó por el césped: Acuña se fue al vestuario por enzarzarse con Caminero, Víctor se marchó casi lesionado y el Valladolid tuvo más gol en diez minutos que en todo el partido, y al Zaragoza le tocó agarrarse al empate con sólo diez jugadores en el campo.