Tribuna:

Progresismo

Deben de tener razón los del PP y esos analistas internacionales cuando dicen que el 12-M ha acabado con las secuelas del franquismo. Las dictaduras, sobre todo si son largas, producen una huella dilatada y profunda, una insidiosa mutilación de la conciencia. Empezamos a superar nuestros prejuicios con la victoria socialista de 1982, que fue un colosal paso hacia adelante democrático; y ahora esta victoria del PP en 2000 ha terminado el ciclo y nos ha hecho más libres. Tengo la sensación de que éste es el verdadero final de la Transición, la prueba definitiva de nuestra madurez democrática...

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Deben de tener razón los del PP y esos analistas internacionales cuando dicen que el 12-M ha acabado con las secuelas del franquismo. Las dictaduras, sobre todo si son largas, producen una huella dilatada y profunda, una insidiosa mutilación de la conciencia. Empezamos a superar nuestros prejuicios con la victoria socialista de 1982, que fue un colosal paso hacia adelante democrático; y ahora esta victoria del PP en 2000 ha terminado el ciclo y nos ha hecho más libres. Tengo la sensación de que éste es el verdadero final de la Transición, la prueba definitiva de nuestra madurez democrática, lo cual no deja de ser una buena noticia.Sobre todo si esto quiere decir, entre otras cosas, que se ha terminado el "pensamiento mágico", como lo llama el historiador José María Marco, que consiste en creer irracionalmente en una idea sin someterla jamás a la confirmación o la prueba de los hechos. De lo que resulta que uno se aferra a un partido o a un tópico político con la misma pasión religiosa y fanática con que se hace del Barça o del Atleti: en vez de ser un ciudadano eres un hincha. Parecería, en fin, que este iluminismo descerebrado ha entrado en crisis, cosa que deben recordar los del PP para administrar con prudencia su mayoría absoluta, porque los votantes van a pedirles cuentas. Pero también deben recordarlo los socialistas. El propio Almunia tuvo un lapsus "mágico" la noche misma de las elecciones; vino a decir que, aunque el país era mayoritariamente progresista, no había votado de modo mayoritario al progresismo. Simplemente porque no les habían votado a ellos.

Me pregunto qué infalible Dios de las izquierdas ha dado al PSOE la exclusividad del progresismo, al margen de todos los errores, corruptelas y demás miserias profundamente reaccionarias que han podido cometer en la vida real. El PSOE de hoy no es una opción de progreso, y por eso ha perdido. Sus dirigentes deberían asumir este mensaje y facilitar una renovación absoluta, pero asusta oírles hablar de enfriar la crisis. Como las bases del PSOE son, como se demostró con las primarias, mayoritariamente más modernas y aperturistas que la cúpula, cabe esperar que esta vez no se dejen manipular y se liberen de esos fósiles.

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