Fiebre de concursos en EEUU tras el éxito de '¿Quiere ser millonario?'

No hay programa más rentable ahora para la televisión estadounidense que el viejo concurso, en cualquier formato y a cualquier hora. Ya no son las series Urgencias, Friends y Frasier las que ocupan los primeros lugares en la lista de los programas con mayor audiencia. Son sólo los concursos los que garantizan a las cadenas una rentabilidad inesperada con un género televisivo que se daba por fallecido.

El verano pasado, ABC buscaba una programación distinta de la de sus rivales, que optaron como siempre por emitir repeticiones de las series de invierno. La cadena, propiedad de Disney, de...

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No hay programa más rentable ahora para la televisión estadounidense que el viejo concurso, en cualquier formato y a cualquier hora. Ya no son las series Urgencias, Friends y Frasier las que ocupan los primeros lugares en la lista de los programas con mayor audiencia. Son sólo los concursos los que garantizan a las cadenas una rentabilidad inesperada con un género televisivo que se daba por fallecido.

El verano pasado, ABC buscaba una programación distinta de la de sus rivales, que optaron como siempre por emitir repeticiones de las series de invierno. La cadena, propiedad de Disney, decidió importar un concurso británico, a pesar de que este género había caído en desgracia en el horario de máxima audiencia de Estados Unidos desde que en los años cincuenta saltó el escándalo de Twenty One, retratado en la película Quiz Show, de Robert Redford. No sospechaba la ABC que ese concurso, Who wants to be a millionaire (¿Quiere ser millonario?) iba a convertirse en el fenómeno televisivo del fin de siglo. Arrasó en verano y en su segunda tanda (en noviembre), y arrasa ahora en sus tres emisiones semanales. Las cadenas rivales tardaron poco en inundar los horarios de máxima audiencia con un género que poco antes parecía maldito. Sólo habían sobrevivido viejos residuos de concursos -La ruleta de la fortuna, El precio justo y Jeopardy-, pero en la parrilla matinal y vespertina, lejos del gran negocio de la noche.

La NBC se arriesgó a resucitar el mismísimo Twenty One, el concurso en el que se descubrió que un profesor, Charles van Doren (Ralph Fiennes en la película), había recibido las respuestas con antelación y había amañado su victoria. Esta cadena, que todavía era propietaria de los derechos, sólo tuvo que contratar a Maury Povich para presentarlo. Povich, al igual que Regis Philbin, el presentador de ¿Quiere ser millonario?, es un veterano profesional de la televisión, que presenta su propio programa de testimonios diario.

Twenty One, que se emite dos noches a la semana, no es tan popular como Millionaire (así se le llama en EE UU), pero ha logrado arrebatarle un récord: un solo concursante se llevó la semana pasada el premio en metálico más importante de la historia de la televisión: 1.120.000 dólares (casi 190 millones de pesetas). Hasta entonces, sólo dos concursantes habían logrado el anhelado premio del millón (168 millones de pesetas), que se gana al contestar bien 16 preguntas.

Tal es el éxito de Millionaire que incluso las series y las telecomedias incluyen en sus tramas referencias a este concurso. Un CD-ROM con una versión informática del juego es líder de ventas y el programa bate continuamente récords de audiencia al superar los 35 millones de espectadores. La ABC se ha convertido así en la cadena líder en EE UU, lo que no conseguía desde hace mucho tiempo.

La CBS también ha probado suerte con el género y ha importado otro formato británico, Winning lines, mientras la Fox emite Greed (Avaricia). Y faltan las dos bombas, a punto de llegar. La semana que viene, Fox estrena Do you want to marry a millionaire? (¿Quiere casarse con un millonario?), en el que un grupo de mujeres jóvenes compiten -física e intelectualmente- por el premio final: casarse con un millonario; la boda es de verdad, legal, y los millones del novio están acreditados. En verano la CBS lanzará Survivor: 16 concursantes serán abandonados durante un mes en una isla desierta plagada de cámaras (además de serpientes y lagartos) y quienes logren aguantar hasta el final se repartirán un millón de dólares.

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