Reportaje:

Los goles del hijo del minero

Rubén Navarro, delantero del Numancia, quiere triunfar para sacar a su padre de la mina

A este ritmo -siete goles en 12 partidos-, Rubén Navarro, de 21 años, cumplirá pronto uno de sus propósitos más firmes: sacar a su padre de la mina, donde trabaja desde hace 20 años. "Allí abajo, a 500 metros bajo tierra, está perdiendo la salud. Si pudiera sacarlo de allí..., pero ahora gano poquito", comenta el delantero del Numancia, cedido por el Valencia, una de las sensaciones de la Liga: lleva siete tantos, tres más que su ídolo, el Piojo López, y los mismos que el mismísimo Rivaldo.El onubense Juan Manuel Navarro, de 42 años, trabaja bajo tierra desde los 18 años -en las minas de sal d...

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A este ritmo -siete goles en 12 partidos-, Rubén Navarro, de 21 años, cumplirá pronto uno de sus propósitos más firmes: sacar a su padre de la mina, donde trabaja desde hace 20 años. "Allí abajo, a 500 metros bajo tierra, está perdiendo la salud. Si pudiera sacarlo de allí..., pero ahora gano poquito", comenta el delantero del Numancia, cedido por el Valencia, una de las sensaciones de la Liga: lleva siete tantos, tres más que su ídolo, el Piojo López, y los mismos que el mismísimo Rivaldo.El onubense Juan Manuel Navarro, de 42 años, trabaja bajo tierra desde los 18 años -en las minas de sal de potasa de Sallent (Barcelona)-, y está a ocho años de la jubilación. O quizá menos. Todo dependerá de la frecuencia con la que el mayor de sus dos hijos, Rubén, marque sus goles (el sábado anotó dos ante el Zaragoza). "Esto es un sueño", dice Juana, su madre. "No lo esperábamos. Yo no me hago ilusiones, pero ojalá pueda retirar a mi marido, que tiene un trabajo durísimo. De momento, lo único que tenemos fijo es la jubilación de mi marido", añade.

Rubén Navarro heredó la pasión por el fútbol de su padre, que lo practicaba de joven. Rubén pateaba las calles de Sallent, a 15 kilómetros de Manresa, con "las botas, el balón y el equipillo del Barça", explica Juana Méndez, que ejerce de ama de casa.

Si uno escucha atentamente la pronunciación del joven delantero, puede llegar a deducir los orígenes de sus padres -Nerva (Huelva)-, de donde emigraron cuando eran "jovencillos". Los dos hijos nacieron ya en Cataluña, y de ahí su simpatía infantil por el Barça. Pero llegó el Valencia a Sallent, a instancias del ojeador José Luis Ruiz, y se lo llevó a la escuela deportiva de Paterna. Tenía 16 años y entonces conoció a una persona fundamental en su trayectoria: Miguel Ángel Adorno (ex jugador argentino del Valencia en los años setenta), el entrenador que lo preparó dos años en los juveniles del Valencia y que le transmitió tanta fe en sus posibilidades. Rubén echaba de menos a su familia y estuvo a punto de regresar a su pueblo, pero Adorno lo disuadió.

Adorno, además, le habló de Rubén Navarro a Valdano. "Jorge", le dijo mientras presenciaban un partido del filial valencianista, "éste es mejor tarjeta de presentación que Raúl". "¿Estás seguro de lo que estás diciendo, ruso [apodo con el que era conocido Adorno en Argentina]", replicó Valdano, que hizo debutar a Rubén en Primera en los dos últimos encuentros de la campaña 1996/97, ante el Oviedo y el Espanyol. El delantero guarda en casa de sus padres la camiseta de su debú, con el número 30.

Llegó la pretemporada, Rubén se lesionó en el pubis y Valdano fue despedido al tercer partido de Liga. Volvió Navarro al filial valencianista y en las dos campañas de Ranieri disputó seis partidos con el primer equipo: dos de Copa del Rey y cuatro de Liga. Rubén volvió a tener ganas de volver a casa con sus padres. "Para no jugar, qué hago aquí", pensó. Acababa de salir de una lesión de rodilla y el entrenador del Valencia B, José Manuel Rielo, apenas contó con él. Lo que significa que el delantero ha pasado en unos meses de no jugar en Segunda B, a triunfar en Primera. Será porque "es más fácil jugar en Primera, hay más espacios", dice el futbolista.

El chico habla con entusiasmo tanto de Valdano ("el Madrid debería ficharlo; es el mejor, sobre todo para los jóvenes"), como de Adorno ("debería entrenar a algún grande"). Y Adorno es su principal valedor: "Rubén es rápido de mente y de movimientos, pero no veloz al estilo del Piojo. Es muy técnico con las dos piernas y en el uno contra uno es mortal: tiene mucha tranquilidad. Su punto débil es el golpeo de cabeza". "Tiene gol", resume Manuel Macià, el técnico que junto a Javier Subirats lo fichó del cadete del Sallent hace seis años. ¿Y si tiene gol y el Piojo se marcha al Lazio ... ? A Rubén Navarro le queda un año más de contrato con el Valencia y dos opcionales para el club de Mestalla. Su cláusula de rescisión es tan desproporcionada como de costumbre: 1.000 millones, mientras su salario ronda los 8 millones.

"Si el Piojo se va...", conjetura con ilusión el propio jugador. Si el Piojo se va, el Valencia fichará a otro delantero de renombre, pero si Rubén Navarro mantiene este rendimiento, Juan Manuel Navarro dejará de bajar a las minas de sal de Sallent.

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