Un entrenador sin estridencias

Vicente del Bosque quiere un cambio anímico porque el fútbol es "actitud y emoción"

Vicente del Bosque comenzó ayer su tercera etapa como entrenador del Madrid con el mismo talante dialogante y bonachón que empleó hace cinco años, cuando reemplazó en el banquillo madridista a Benito Floro. Quiere ser el entrenador de la naturalidad, según dijo en su presentación, y parece que las diferencias entre él y Toshack serán más perceptibles fuera del campo que dentro de él. "Espero ganarme a los jugadores apelando a la naturalidad, sin mucho teatro ni mucha comedia. Estamos en un mundo de imagen y escaparate y poca trastienda. Vamos a ver si podemos ganarnos a los jugadores en la tra...

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Vicente del Bosque comenzó ayer su tercera etapa como entrenador del Madrid con el mismo talante dialogante y bonachón que empleó hace cinco años, cuando reemplazó en el banquillo madridista a Benito Floro. Quiere ser el entrenador de la naturalidad, según dijo en su presentación, y parece que las diferencias entre él y Toshack serán más perceptibles fuera del campo que dentro de él. "Espero ganarme a los jugadores apelando a la naturalidad, sin mucho teatro ni mucha comedia. Estamos en un mundo de imagen y escaparate y poca trastienda. Vamos a ver si podemos ganarnos a los jugadores en la trastienda, y no en el escaparate", dijo.En lo táctico habrá pocos cambios. Porque así lo deslizó el propio Del Bosque, y porque es lo que suelen decir (y hacer) los entrenadores que cogen equipos a mitad de temporada. La de Del Bosque será más bien una revolución espiritual y mística: el nuevo entrenador suele apelar a las características históricas del Real Madrid, y así también lo expuso ayer: "El fútbol se mueve por actitud y emoción. En ese sentido, la segunda parte contra el Rayo fue fenomenal y es la que hay que seguir".

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Del Bosque (Salamanca, 1950) dirigió por primera vez al Madrid el 12 de marzo de 1994, en la jornada 28 de Liga. Ese día el equipo venció en casa al Rayo por 5-2 y su variante fundamental fue la recuperación del croata Robert Prosinecki -relegado por Floro-, a quien colocó en la media punta y marcó ese día dos goles. Del Bosque se apoyó en los retales de la Quinta del Buitre, y su resultado fue desigual: de los once partidos que dirigió, ganó cinco, empató uno y perdió otros cinco, uno de ellos contra el Barcelona (0-1) en el Bernabéu. El equipo acabó la Liga en el cuarto puesto, lo que le valió para disputar la Copa de la UEFA de la temporada siguiente.

Del Bosque dejó su sitio a Valdano, y Valdano, después de una temporada y media, dejó su sitio a Del Bosque. Esta vez la aventura duró un solo partido, pero de resultado impresionante: 0-5 en San Mamés, el 24 de enero de 1996. Llegó Arsenio y Del Bosque volvió a su escondite en la coordinación de las divisiones juveniles y el fútbol base del Madrid. El nuevo técnico madridista quiere desterrar la idea de que el recurso al hombre de la casa es la última opción posible. "Muchas veces se emplea esa expresión con un sentido peyorativo, y en la casa habrá técnicos mejores y peores, lo mismo que fuera", argumentó.

Por lo pronto, él y los otros hombres de la casa que le acompañan (su segundo es Toni Grande) recibieron a los jugadores del Madrid con sonrisas y un entrenamiento intenso pero ameno, como para no forzar la máquina desde el principio. Mucho hincapié en lo físico, un par de partidillos y a las duchas. Suficiente para el primer día. Porque ahora, lo que le espera a Del Bosque, no son aquellos meses basura de 1994: le quedan 27 partidos en la Liga, al menos seis en la Liga de Campeones, el Mundialito de Clubes y la Copa del Rey.

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