GENTE

GUSTO POR LA BOTELLA

La afición de Juliusz O., de 49 años y vecino de Cracovia (sur de Polonia), ha acabado por hartar a su anciana madre y a sus vecinos, que le han demandado por los trastornos que les ocasiona la colección de 25.000 botellas de cerveza que ha acumulado en los últimos 30 años. El catálogo incluye carteles, libros, posavasos, jarras y todo tipo de recuerdos relacionados con esta bebida. La madre, con la que comparte piso, se queja de las dificultades que entraña utilizar el baño o la cocina, ocupados por cajas de cerveza que sólo dejan un estrecho pasillo, y de los peligros que acarrea la "...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La afición de Juliusz O., de 49 años y vecino de Cracovia (sur de Polonia), ha acabado por hartar a su anciana madre y a sus vecinos, que le han demandado por los trastornos que les ocasiona la colección de 25.000 botellas de cerveza que ha acumulado en los últimos 30 años. El catálogo incluye carteles, libros, posavasos, jarras y todo tipo de recuerdos relacionados con esta bebida. La madre, con la que comparte piso, se queja de las dificultades que entraña utilizar el baño o la cocina, ocupados por cajas de cerveza que sólo dejan un estrecho pasillo, y de los peligros que acarrea la "exposición" de su hijo, que se le cae encima de vez en cuando. Los vecinos también protestan porque las vigas de madera del piso inferior han cedido por el peso. Juliusz P. afirmó ante el juez, ofendido, sentirse víctima de una "persecución". Pero reconoció que incluso él ha de quitar dos maletas donde guarda la ropa y un tubo con carteles para poder llegar a su cama cada noche. El capataz de su fábrica le ha ofrecido parte del almacén para que traslade allí su colección. Pero Juliusz P. quiere meditar: "No puedo ceder siempre, porque se me suben a la chepa. Hace 25 años que cedo y cedo, y se me suben a la chepa", apostilló.-

Archivado En