FÚTBOL : Fase de clasificación de la Eurocopa 2000

Un trabajo profesional y sin excesos

España cierra la fase de clasificación con un triunfo claro sobre Israel, que alcanza el segundo puesto del grupoESPAÑA 3 - ISRAEL 0

Un trabajo sencillo, sin estridencias, concedió a España la victoria sobre Israel, que llegaba para jugarse la vida. Estaba frente a la posibilidad de alcanzar el segundo puesto en el grupo y entrar en la repesca para la fase final de la Eurocopa. Pero Israel apenas fue otra cosa que el espectador de un partido discreto, según el altísimo nivel de exigencia que se ha establecido con la selección española. Después de un año glorioso, todo el mundo quiere champán y lujo. De repente, hay un palador finísimo. Eso supone que la selección está abocada a un perfeccionismo que puede generar una ansied...

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Un trabajo sencillo, sin estridencias, concedió a España la victoria sobre Israel, que llegaba para jugarse la vida. Estaba frente a la posibilidad de alcanzar el segundo puesto en el grupo y entrar en la repesca para la fase final de la Eurocopa. Pero Israel apenas fue otra cosa que el espectador de un partido discreto, según el altísimo nivel de exigencia que se ha establecido con la selección española. Después de un año glorioso, todo el mundo quiere champán y lujo. De repente, hay un palador finísimo. Eso supone que la selección está abocada a un perfeccionismo que puede generar una ansiedad excesiva.En otros tiempos se hubiera festejado un partido de este pelo. Oportunidades se vieron muchas. Juego, el suficiente. Sin excesos, pero digno, a la altura de un encuentro que significaba bastante poco para el equipo español. Se jugaba el prestigio, que no es poco. Y más en estos días. La selección parece tan afinada que pretende ganar cada encuentro por aplastamiento. Pero las cosas como son: el grado de interés decae cuando no hay puntos en juego y cuando la Liga asoma por ahí con un Barça-Real Madrid.

España: Toni; Míchel Salgado, Hierro (César, m

23), Paco, Sergi; Etxeberría, Guardiola, Julen Guerrero (Mendieta, m.70), Luis Enrique; Raúl, Morientes (Urzaiz, m.78).Israel: Aouat; Hazan (Telesnikov, m.83), Benado (Halfon, m.50), Gershon, Shelah, Amsalem; Banin; Revivo, Berkovic (Benayoun, m.68), Tal; Torjman. Goles: 1-0. M.30. Morientes remata de cabeza un balón rechazado por la espalda de Gershon a disparo de Guerrero. 2-0. M.37. César, de cabeza junto a la línea de gol aprovecha un fallo de Aouat. 3-0. M.53. Raúl remata a placer un rechace del meta. Árbitro: Helmut Krug (Alemania). Amonestó a Míchel Salgado y a Shelah. Último partido del grupo 6 de la fase de clasificación de la Eurocopa 2000. Unos 16.000 espectadores en el campo Carlos Belmonte de Albacete. Presenciaron el partido en el palco el secretario de Estado para el Deporte, Francisco Villar, el director general de Infraestructuras del CSD, Ignacio Ayuso y el nuevo asesor, Emilio Butragueño.

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Como el fútbol tiene una querencia picajosa, cualquier partido sirve para sacar consecuencias. Del duelo con Israel se deriva que Camacho maneja dos equipos. Uno es el AVE, una selección de alta velocidad. O de una velocidad. Altísima. Otro es un equipo que maneja los tiempos. Cualquiera de las dos selecciones resulta interesante. Pero la segunda, la que maneja los tiempos, ofrece más posibilidades de alcanzar la plenitud.

La España de alta velocidad está definida por futbolistas como Sergi, Luis Enrique, Etxeberria y hasta Guerrero, que no es rápido pero busca el área con la máxima prontitud. Estos jugadores imprimen el sello al juego, que se vuelve pujante y vertical, casi ansioso. Es la selección que batió a Israel con facilidad, por lo que no cabe la queja. Pero su modelo repercute sobre jugadores como Guardiola, guardián de la pureza de otro estilo: menos acelerado, más predispuesto a tocar y moverse, más burlón. Ese modelo requiere de otro tipo de futbolistas, también del gusto de Camacho, porque los ha utilizado profusamente.

Se trata de gente como Fran, Valerón, Aranzabal y hasta Mendieta, que es un híbrido de los dos estilos. Vale para el toque y para el acelerón. Ellos son los pretorianos de Guardiola, que disfruta de su presencia porque magnifica sus cualidades. Con Fran, Aranzabal y Valerón -ausentes del partido, el primero por lesión y los otros dos por decisión del técnico-, se teje pacientemente en el medio campo y se sorprende en la delantera. Y no con menos eficacia. Basta recordar el 9-0 frente a Austria, partido que provocó el entusiasmo general y elevó el nivel de exigencia hasta los términos actuales.

Ante Israel, Camacho se decidió por el modelo veloz, con la consecuencia de rebajar el protagonismo de Guardiola y Raúl. El primero jugó sin excesos, un poco ajeno a la línea general que marcaba el equipo. Y Raúl, que interpreta a Guardiola como a nadie, apareció menos para las paredes y todo eso. Lo que no olvida es la asignatura del gol. Anotó el tercer gol, más por instinto que por otra cosa. Un rechace del portero y adentro.

El protagonismo perteneció a los rápidos. De ahí que se observara un punto de confusión en el trazo del juego. Pero la pegada está ahí. Sin grandes alardes, España provocó media docena de oportunidades en el primer tiempo, dos de ellas concretadas por Morientes y César. Las dos de cabeza y con la anuencia del portero israelí, uno que está para las fotos. Pero los goles pudieron llegar antes y después, en un centro de Etxeberria que no alcanzaron Morientes y Raúl, en un remate defectuoso de Exteberria en el segundo palo, en cabezazo franco de Morientes que el portero sacó de mala manera. Hubo otras menos claras, suficientes para hablar de una superioridad total de la selección español.

Israel consideró muy pronto que sus posibilidades de acceder al segundo puesto no pasaban por sacar algo de Albacete. Era un equipo condenado a la derrota. Sólo Revivo demostró su calidad. Israel dependió del jugador del Celta hasta extremos insospechados. Pero Israel recibió excelentes noticias muy pronto: Austria ganaba 2-0 a Chipre, resultado que dejaba a los israelíes en el segundo puesto del grupo.

A la vista de la situación, el duelo perdió cualquier rastro de intensidad. Era tiempo de cuidar las piernas, pensar en la Liga y dar por cerrada la fase de clasificación. Tiempo, en definitiva, para la celebración. Un año después de padecer la catastrófica derrota en Chipre, la selección española ha emergido con más prestigio que nunca.

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