Crítica:

La camarera del Titanic

22.00 / DramaEsp.-It.-Fr., 1997. Dir.: Bigas Luna. Int.: A. Sánchez-Gijón, Olivier Martínez.Un viejo precepto dice que el cine es el arte de la elipsis. Antes que lo visto importa lo sugerido, lo anunciado, lo adivinado. Narrar es entonces una provocación, un reto que coloca al espectador ante el gozoso cometido de hacer suya una vida ajena. El que mira crea, se apropia de un material extraño para (con su tiempo vivido, sus esperanzas y fracasos) construir una parte nueva de su anatomía. Bigas Luna echa mano de su vocación de francotirador y establece una luminosa fractura con su filmog...

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22.00 / DramaEsp.-It.-Fr., 1997. Dir.: Bigas Luna. Int.: A. Sánchez-Gijón, Olivier Martínez.Un viejo precepto dice que el cine es el arte de la elipsis. Antes que lo visto importa lo sugerido, lo anunciado, lo adivinado. Narrar es entonces una provocación, un reto que coloca al espectador ante el gozoso cometido de hacer suya una vida ajena. El que mira crea, se apropia de un material extraño para (con su tiempo vivido, sus esperanzas y fracasos) construir una parte nueva de su anatomía. Bigas Luna echa mano de su vocación de francotirador y establece una luminosa fractura con su filmografía anterior. Si bien es la pasión la que se vuelve a colocar en el centro, esta vez se trata de la pasión de narrar. Un hombre tiene una historia: una vez amó a bordo del Titanic. Su relato irá creciendo, adquirirá vida separada, y cuando eso ocurra, ya no será una simple historia, sino la de todos. Bigas Luna convierte así la pasión de narrar en una pasión más elemental: la de vivir.

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