Eliseo contra África

El español, el alemán Kallabis y el austriaco Weidlinger, tenues esperanzas ante el poder keniano

Eliseo Martín, el fogoso oscense de Monzón, no es el más joven ni el más veterano; tampoco el mejor, ni siquiera el peor; tampoco es uno más. Es, simplemente, una de las esperanzas de la nueva generación europea para poner fin al poder keniano que reina en los Mundiales de 3.000 obstáculos desde que en Tokio 91 el gran Moses Kiptanui asombrara al mundo con sus 20 años recién cumplidos. Después de tres títulos consecutivos, a Kiptanui le sucedió su compatriota Wilson Boit Kipketer, que comandó un podio monocolor, con Kiptanui, plata, y Barmasai, bronce. Y en las mismas están, de cara a Sevilla:...

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Eliseo Martín, el fogoso oscense de Monzón, no es el más joven ni el más veterano; tampoco el mejor, ni siquiera el peor; tampoco es uno más. Es, simplemente, una de las esperanzas de la nueva generación europea para poner fin al poder keniano que reina en los Mundiales de 3.000 obstáculos desde que en Tokio 91 el gran Moses Kiptanui asombrara al mundo con sus 20 años recién cumplidos. Después de tres títulos consecutivos, a Kiptanui le sucedió su compatriota Wilson Boit Kipketer, que comandó un podio monocolor, con Kiptanui, plata, y Barmasai, bronce. Y en las mismas están, de cara a Sevilla: preparando una barrida general en la final con el enigmático y malquerido Bernard Barmasai, de 25 años y plusmarquista mundial con unos increíbles 7.55.72 desde hace un par de años), su escudero Christopher Koskei, el mismo Boit Kipketer y otro habitual de la carrera, Paul Kosgei. Nadie corre como ellos, ni tan deprisa ni con tanta naturalidad. Sin embargo, puede que en este último Mundial del milenio no lo tengan tan fácil. Por lo menos, la nostalgia y la ilusión así lo quieren. Si Barmasai y compañía son los herederos de los Keyno y Jipcho de los años setenta, ¿por qué Eliseo, el alemán Kallabis y el austriaco Weidlinger no pueden ser en los 90 los Malinowski y Goerderud, el polaco y el sueco que plantaron cara al poder africano en aquellos años heroicos? Y si el corazón desearía que el tenaz Eliseo Martín fuera la punta del tridente europeo hoy en la final, la lógica quiere que ese papel lo represente Kallabis, que por algo nació polaco como Malinowski y Maminski, y que por algo ya puede decir que derrotó al mismísimo Barmasai. Lástima que sus éxitos, incluida la victoria en los Europeos de Budapest 98, estén bajo la sombra del uso de HES, un método que después fue considerado dopaje y que tenía el valor de esconder los excesos de EPO.

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