Crivillé saca la calculadora

La calculadora de Àlex Crivillé se ha puesto en marcha. A falta de siete carreras para que acabe el Mundial, el piloto catalán empieza a echar cuentas y los números cuadran con el mejor de sus sueños. Cada vez ve más cerca el título mundial de 500. En Alemania intentó superar a Kenny Roberts en la última vuelta, pero vio que era complicado y se conformó con la segunda posición. La calculadora le avisó de que ya le lleva 47 puntos al estadounidense.Queda un máximo de 175 puntos en juego -el ganador de cada prueba suma 25-. Y para Crivillé pasó la hora de arriesgar. "Para ser campeón, a veces ta...

La calculadora de Àlex Crivillé se ha puesto en marcha. A falta de siete carreras para que acabe el Mundial, el piloto catalán empieza a echar cuentas y los números cuadran con el mejor de sus sueños. Cada vez ve más cerca el título mundial de 500. En Alemania intentó superar a Kenny Roberts en la última vuelta, pero vio que era complicado y se conformó con la segunda posición. La calculadora le avisó de que ya le lleva 47 puntos al estadounidense.Queda un máximo de 175 puntos en juego -el ganador de cada prueba suma 25-. Y para Crivillé pasó la hora de arriesgar. "Para ser campeón, a veces también hay que quedar segundo", reconoció. Lo tiene tan claro como sus rivales, que también empiezan a verle con la corona de la categoría reina.

Los 65.000 espectadores que abarrotaron Sachsenring para ver la novena carrera de la temporada asistieron a la primera versión conservadora de Crivillé este año. La misma situación que en Mugello, que en Montmeló y que en Donington se resolvió esta vez de manera opuesta. En Alemania también se llegó a la última vuelta con dos motos muy igualadas, y también una de ellas era la Honda número tres de Crivillé. Pero en esta ocasión llegó la segunda a la meta.

"Cuando ví que el que estaba detrás de mí era Àlex, pensé que no me podía haber tocado un enemigo peor para jugarme la victoria", dijo Roberts después de lograr su tercer triunfo del año. No sabía el piloto de Suzuki que Crivillé empieza a acariciar el título y ahora no quiere errores que pongan en entredicho su hegemonía.

Así que, faltando poco, Àlex hizo una tímida maniobra para adelantar al estadounidense. Se dio cuenta de que resultaba demasiado peligrosa. Y pensó que 20 puntos, los correspondientes al segundo lugar, valían mucho más que el riesgo de caerse. Máxime cuando dos de sus teóricos rivales, el japonés Tadayuki Okada (Honda) y el italiano Max Biaggi (Yamaha), ya habían quedado eliminados en sendos accidentes.

"Queda mucho campeonato, pero mi ventaja empieza a ser importante", se justificó Crivillé. "Cuando tenga la oportunidad de ganar intentaré aprovecharla, pero si no, siempre es mejor sumar puntos". Ayer, para llegar a tener esa ocasión en el desenlace, el noi de Seva protagonizó otra recuperación espectacular, pues partió décimo en la parrilla de salida. Su arranque fue perfecto. Había practicado con el embrague durante los entrenamientos para no fallar. Roberts encabezó la carrera durante sus 31 vueltas, pero siempre llevó a su estela a varios enemigos, además de Crivillé, su compatriota John Kocinski (Honda), el brasileño Alex Barros (Honda), los japoneses Norick Abe (Yamaha) y Okada, y Carlos Checa (Yamaha).

Barros se salió de la pista al intentar adelantar a Roberts, y Okada se cayó. Kocinski se retrasó después de otro error, y Abe y Checa perdieron terreno hasta quedar luchando por la tercera posición, que fue finalmente para el japonés. Roberts y Crivillé se quedaron solos, pero esta vez la cabeza fría del español descafeinó la lucha. Las condiciones del fin de semana ayudaron a la sabia decisión de Àlex. Había tenido problemas para poner la moto a punto, no pudo utilizar los neumáticos que había elegido porque no iban a aguantar la carrera con las altas temperaturas de ayer (30ºC). Y el retorcido circuito ofrecía pocos puntos para adelantar. Conclusión: Crivillé hizo lo que tenía que hacer. Y por eso el título de la categoría reina está más cerca.