ELECCIONES 13-J

Alegría y meditación

La de anoche resultó ser una victoria sin motivos para un gran celebración en la sede nacional del PP. No hubo ni grandes festejos en los despachos ni multitudes en la calle, aunque pasada la medianoche unos trescientos jóvenes, que eran todo el público que se había acercado hasta la sede del PP, se sentían animados para corear "un bote, dos botes, tres botes, sociata el que no vote". La aparición de los principales dirigentes del partido al balcón desde donde Aznar saludó a una multitud en 1996 resumió bien la situación: Javier Arenas, Rodrigo Rato y Mariano Rajoy quisieron homenajear a Loyol...

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La de anoche resultó ser una victoria sin motivos para un gran celebración en la sede nacional del PP. No hubo ni grandes festejos en los despachos ni multitudes en la calle, aunque pasada la medianoche unos trescientos jóvenes, que eran todo el público que se había acercado hasta la sede del PP, se sentían animados para corear "un bote, dos botes, tres botes, sociata el que no vote". La aparición de los principales dirigentes del partido al balcón desde donde Aznar saludó a una multitud en 1996 resumió bien la situación: Javier Arenas, Rodrigo Rato y Mariano Rajoy quisieron homenajear a Loyola de Palacio, nada exultante, alzando sus manos, trenzadas. La candidata europea, que ha quedado a menos de la mitad de la distancia que el PP sacó al PSOE hace cinco años, sólo dijo: "Hemos ganado, y con vuestra ayuda y vuestro trabajo volveremos a ganar las próximas elecciones". Y todos se retiraron. Pocos minutos antes, en la sala de prensa de la sede del PP, Arenas había enfatizado de manera llamativa la satisfacción por la victoria, a la vez que reconocía que los resultados no deben ser interpretados por el PP con autocomplacencia. Una actitud que se ajustaba mejor que la de otros representantes del partido a la diversidad de los mensajes emitidos por el electorado con su voto. Porque en unos sitios ha reforzado la mayoría del PP y en otros le ha retirado la confianza para gobernar. Eso sí nadie se atrevió, por ejemplo, a explicar la derrota en Asturias, donde Francisco Álvarez Cascos -presente en la sede del PP pero sin aparecer ante los periodistas- ha ejercido como dueño y señor.

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El de ayer fue un triunfo con acentuados claroscuros, que corrió parejo a la evolución meteorológica de la jornada en Madrid: del azul al gris, y con tormenta. No es que la victoria no haya sido general sino que el PP ha visto recortada de forma significativa su ventaja electoral de hace cinco años, en las europeas -aunque ayer se circunscribieran a hacer la comparación con las legislativas de 1996- y además está asistiendo a un enorme trasvase de voto desde Izquierda Unida -aliada circunstancial del PP- hacia el PSOE.

Sin explicaciones

Algún fallo había en la victoria cuando los representantes del PP soslayaron entrar en explicaciones. Incluso a las doce menos diez de la noche fue anunciada la llegada del coordinador de organización, Pío Garcia Escudero, para "una rueda de prensa sin preguntas". La rectificación tardó pocos minutos, si bien al ser preguntado por la derrota de Asturias, García Escudero contestó: "Si hemos perdido es porque otro ha sacado más votos". A las diez y cinco de la noche, De Palacio había comparecido menos de cinco minutos, de pie y sin preguntas, para reafirmar la victoria. A esas horas, unos vendedores ambulantes que, con camisetas del PP, se habían instalado enfrente para vender "refrescos muy frescos" ya desmontaban el chiringuito. Y unos churreros que se habían situado calle arriba, probablemente para dejar hueco a una multitud esperada, no encontraron más fiesta que la de algunos cláxones festivos. Y esporádicos.

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