CICLISMO Giro de Italia

El Chava es El Chava

La mañana anunciaba guerra. "O ataco o reviento", prometía José María Jiménez. Atacó y reventó. Sin mayor gloria. "No pudo ser", dijo después. "El Chava es El Chava", dicen en su equipo, el Banesto, casi perdida la esperanza de algún día no tener que repetir el lema.Eusebio Unzue, el tipo que mejor le conoce, sus virtudes y sus defectos, un optimista nato también, le agarró por el hombro y le dijo antes de llegar al Giro: "Aquí, en esta carrera soñada por y para escaladores, en este Giro tan duro y ante rivales sólo escaladores, tienes la mejor oportunidad de tu vida de demostrar que aparte d...

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La mañana anunciaba guerra. "O ataco o reviento", prometía José María Jiménez. Atacó y reventó. Sin mayor gloria. "No pudo ser", dijo después. "El Chava es El Chava", dicen en su equipo, el Banesto, casi perdida la esperanza de algún día no tener que repetir el lema.Eusebio Unzue, el tipo que mejor le conoce, sus virtudes y sus defectos, un optimista nato también, le agarró por el hombro y le dijo antes de llegar al Giro: "Aquí, en esta carrera soñada por y para escaladores, en este Giro tan duro y ante rivales sólo escaladores, tienes la mejor oportunidad de tu vida de demostrar que aparte de ser un gran escalador eres un gran ciclista. Tú mismo". "¿Y eso cómo se hace?", dijo El Chava, interesado en la propuesta. "Lo fundamental", le respondió el sabio Unzue, "es pasar los días malos como si fueran buenos".

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Jiménez es un hombre de instinto. Cuando la cabeza le dice que va bien, corre más que nadie; cuando le dice que nanay, aunque las piernas digan otra cosa, es nanay. Ayer le iban ambas, las tres, extremidades. Le iban tanto que, recordando su promesa matinal, fue el primero que atacó en la tremenda Fauniera. Él solito hizo la primera selección. Y cuando Pantani empezó con su número, fue él, El Chava, el primero en pegarse con Gotti por coger la rueda del Pirata. Todos los demás, a su ritmo, que la etapa es larga y ya llegarán momentos mejores. Peores le llegaron al escalador del Banesto. Fueron malos subiendo los tres últimos kilómetros del puerto más duro hasta el momento, pero no tanto como en el descenso. Bajando con las dos manos apretando las manetas de los dos frenos vio cómo le pasaba todo el pelotón. Y gritaba: "Que yo no me la juego bajando".

"De aquí no me voy sin ganar una etapa. Eso lo saben hasta en Marte", repite el de El Barraco. Un par de cosas tiene a su favor. Una de ellas es que quedan tres llegadas en alto: no tendrá que arriesgarse bajando. Y si tiene un día malo, tampoco tendrá que preocuparse por intentar disimularlo, ya ha renunciado a ello.

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