El escalador serio y maduro

A vuelo de águila, o de salto de cabra hispánica no hay más de 40 kilómetros entre El Barraco, a un lado, el oriental, de la Sierra de Gredos, y Béjar, en el occidental. De El Barraco es Jiménez, el escalador espectacular, y de Béjar, Roberto Heras, de 25 años, el escalador serio; y un poco más allá, de Puerto Béjar, es Santi Blanco, el escalador del nervio. Buena tierra y buen Heras, un hombre que llega de la sombra de los mejores, pero que de joven ya supo claramente cuál era el camino que debía seguir. Para muchos, este bejarano es simplemente el hombre más importante del futuro ciclismo es...

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A vuelo de águila, o de salto de cabra hispánica no hay más de 40 kilómetros entre El Barraco, a un lado, el oriental, de la Sierra de Gredos, y Béjar, en el occidental. De El Barraco es Jiménez, el escalador espectacular, y de Béjar, Roberto Heras, de 25 años, el escalador serio; y un poco más allá, de Puerto Béjar, es Santi Blanco, el escalador del nervio. Buena tierra y buen Heras, un hombre que llega de la sombra de los mejores, pero que de joven ya supo claramente cuál era el camino que debía seguir. Para muchos, este bejarano es simplemente el hombre más importante del futuro ciclismo español. A la sombra de Fernando Escartín en el Kelme supo ir creciendo a buena velocidad para, sin necesidad de magnicidio, hacerse con un puesto de número uno en su equipo y repartirse, sin estorbarse, los objetivos con el aragonés. Ya en la Vuelta, si coinciden ambos, se producirá la inevitable lucha intestina. Mientras tanto, Roberto Heras se prepara para entronizarse en el Giro. Es un ciclista regular, pero eso no significa gris. Tiene fuerza y calidad para atacar en la montaña y marcar las diferencias (lo ha demostrado en un par de victorias espléndidas en duras etapas de la Vuelta); tiene capacidad para no perder la cabeza en los días malos; tiene carácter para no dejarse ir en las contrarreloj. Su director, Álvaro Pino, no tiembla cuando dice que el podio, por lo menos, le está esperando en Milán el 6 de junio. Para conseguirlo cuenta con el apoyo de un equipo Kelme muy fuerte (Rubiera, Sevilla, Chepe). Tan fuerte que puede ser, paradójicamente peligroso para Heras: el equipo alicantino tiene tendencia a una dispersión de objetivos (general de la montaña, por equipos, etapas para Rubiera) que puede hacerle olvidar lo primordial.

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