FÚTBOL 33ª jornada de Liga

El Barça impone su calidad a balón parado

El equipo azulgrana vence al Villarreal en Mestalla en un partido muy disputado y vibrante

En un partido vibrante y emotivo, el Villarreal empeñó toda su alma para repetir lo de la primera vuelta (la victoria en el Camp Nou), pero no fue suficiente. En esta ocasión habían cambiado algunas cosas determinantes: Palop no tiene a estas alturas la confianza que exhibió en la primera vuelta; y el Barça en general y Rivaldo en particular sí que dispone de la seguridad en sí mismos de la que carecía en aquel instante. El equipo de Van Gaal hizo valer su gran dominio de las jugadas a balón parado para acabar con el entuasiasmo del Villarreal: primero Rivaldo le colocó de falta un pase magist...

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En un partido vibrante y emotivo, el Villarreal empeñó toda su alma para repetir lo de la primera vuelta (la victoria en el Camp Nou), pero no fue suficiente. En esta ocasión habían cambiado algunas cosas determinantes: Palop no tiene a estas alturas la confianza que exhibió en la primera vuelta; y el Barça en general y Rivaldo en particular sí que dispone de la seguridad en sí mismos de la que carecía en aquel instante. El equipo de Van Gaal hizo valer su gran dominio de las jugadas a balón parado para acabar con el entuasiasmo del Villarreal: primero Rivaldo le colocó de falta un pase magistral a Kluivert (primer gol); después Rivaldo embocó él mismo desde la frontal del área en otro lanzamiento delicado y preciso de falta. Y entremedias, un fallo de Palop permitió marcar a Cocu. El Villarreal emitió al principio una señal según la cual pretendía abandonar su habitual conservadurismo: ubicó a Robert en el centro del campo, donde debería vérselas con Guardiola. Pero el experimento presentó unos desperfectos inminentes: el veterano capitán no parecía el más indicado ni para taponar al cerebro azulgrana ni para organizar desde esa parcela a los suyos. Y de dos pérdidas de balón de Robert, Rivaldo y Kluivert destaparon la munición azulgrana. Al cuarto de hora, Guardiola ya manejaba a su antojo el partido y sólo parecía cuestión de tiempo que el Barça pusiera tierra de por medio. Para entonces el Villarreal había asumido por completo su evidente inferioridad: se defendía con todo y esperaba que sonara la flauta. Para ello contaba con Moisés, un delantero de fisonomía británica que por potencia puede marcharse de cualquiera. También de Abelardo, por supuesto, que tuvo que derribarlo por detrás cuando éste encaraba a Hesp. La falta consiguiente la transformó con delicadeza Alfaro.El choque entró en una fase trepidante: el Villarreal recurrió a la épica para exprimir sus escasas llegadas y proteger con uñas y dientes a su guardameta Palop, que repartía paradas brillantes con un exceso de nerviosismo; y, mientras, el Barça desaprovechaba una ocasión tras otra, como en la primera vuelta. En plena euforia castellonense, Robert incluso, quién se lo iba a decir a estas alturas de su carrera, le cogió gusto al medio centro y se le subió a las barbas del mismo Guardiola, que había perdido el control del encuentro.

VILLARREAL 2 BARCELONA 3

Villarreal: Palop; Pascual (Gaitán, m. 69), Téllez, Tasevski, Arregui (Antonio Díaz, m. 65); Javi Sanchis, Robert, García San Juan, Alberto; Alfaro (Christiansen, m. 80) y Moisés. Barcelona: Hesp; Reiziger, Abelardo, Frank de Boer, Sergi; Celades (Ronald de Boer, m. 74), Guardiola, Cocu; Zenden, Kluivert y Rivaldo.Goles: 1-0. M. 26. Alfaro, de falta directa desde la frontal del área. Golpea enroscado al balón y éste se cuela tras escupir en el poste que cubría Hesp. 1-1. M. 45. Rivaldo saca una falta desde la izquierda para que, al segundo palo, entre Kluivert, que empala a la escuadra izquierda de Palop. 1-2. M.56. Cocu aprovecha un error de Palop, que despejó un disparo flojo y lejano de Rivaldo. 2-2. M. 71. Alfaro recibe un pase por la banda de Gaitán, centra al punto de penalti y allí remara Moisés. 2-3. M. 77. Rivaldo envía magistralmente una falta a la escuadra izquierda de Palop. Árbitro: Esquinas Torres. Amonestó a Téllez, Reiziger, Abelardo, Sergi, García San Juan, Alfaro, Tasevski, Arregui y Alberto. Unos 40.000 espectadores en Mestalla.

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Al Barça, sin embargo, siempre le quedan las jugadas a balón parado, especialidad en la que resulta prácticamente imparable, sobre todo si el portero, en este caso Palop, no imponía la longitud de su brazo. ¿Cómo si no se para a Kluivert, Abelardo y Fran de Boer cuando el que centra es la zurda de Rivaldo? Así fue cómo Rivaldo le imprimió un efecto endiablado a una falta para que, desde atrás, llegara al segundo palo Kluivert como una locomotora y colocara perfectamente el pie para empatar la contienda.

El público, en buena parte dividido en su antigua pasión (el Barça) y su nuevo amor (el Villarreal), se lo había pasado en grande en este primer tiempo y lo seguiría haciendo en el segundo. En parte, porque no todos los días tiene delante al Barcelona; y en parte, porque su equipo había dado muestras de una ambición desacostumbrada.

El Barça cogió por las solapas el choque en la segunda parte. El Villarreal, que hacía bajar a defender los córners al ariete Moisés, daba síntomas de haber quedado exhausto en el primer acto. Y el grupo azulgrana se cargó de paciencia. Hizo que corriera el balón hasta que apareció un hueco inesperado: Palop, que volvió a perder los nervios cuando rechazó un tiro tibio y lejano de Rivaldo, lo que aprovechó un Cocu para desequilibrar la cita.

La suerte se antojaba echada, entre otras cosas porque Zenden, desde el extremo derecho, rompía con facilidad a Arregui por velocidad. Lo cual fue percibido por el técnico local, Irulegui, que retiró a sus dos laterales titulares y dio entrada a dos hombres de mayor claridad ofensiva (Antonio Díaz y Gaitán). Con buenos resultados para el Villarreal, que se desinhibió unos momentos para trenzar su mejor jugada de la tarde: un pase en profundidad de Gaitán hacia Alfaro, que penetró por el extremo derecho y su centro hacia atrás lo remató Moisés. La afición amarilla, de normal complacida con poco, expresó su algarabía hasta que de nuevo Rivaldo, de nuevo de falta, colocara el balón en la escuadra. Con suma templanza. Al Villarreal no le quedaba ni un hálito para reaccionar. Y el público, que lo sabía, aplaudió a rabiar a los 22 jugadores. Se lo tenían merecido.

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