Las Ventas mide sus vientos

La Comunidad pone anemómetros en la plaza para estudiar los efectos del aire

El viento y la lluvia son los enemigos naturales de la fiesta de los toros. Y en mayo, el mes taurino por excelencia en Madrid, no es raro que haga viento y que llueva. Los aficionados todavía recuerdan la última isidrada: daban las siete de la tarde, la hora de los toros, y caía un chaparrón.La Comunidad de Madrid estudia estos días cómo afecta el viento a la plaza de Las Ventas. Han instalado una red de anemómetros, tres en cada torreón y otros tres en el ruedo, para medir los flujos del viento que penetran en el anillo de la plaza, la barren y vuelven a salir. "Actúan como si fueran micrófo...

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El viento y la lluvia son los enemigos naturales de la fiesta de los toros. Y en mayo, el mes taurino por excelencia en Madrid, no es raro que haga viento y que llueva. Los aficionados todavía recuerdan la última isidrada: daban las siete de la tarde, la hora de los toros, y caía un chaparrón.La Comunidad de Madrid estudia estos días cómo afecta el viento a la plaza de Las Ventas. Han instalado una red de anemómetros, tres en cada torreón y otros tres en el ruedo, para medir los flujos del viento que penetran en el anillo de la plaza, la barren y vuelven a salir. "Actúan como si fueran micrófonos", comenta Álvaro Cuervas, investigador del Ciemat. "Envían la señal ultrasónica desde la plaza a un receptor en el laboratorio. Cuando sopla el viento, la señal se distorsiona, lo que nos permite medir la intensidad de las ráfagas".

El catedrático de aerodinámica de la Escuela de Aeronáuticas, José Meseguer, tiene un estudio sobre Las Ventas muy avanzado. Meses atrás hicieron pruebas en el Instituto de Microgravedad de la Universidad Politécnica. Se fabricó una maqueta de la plaza de más de un metro de diámetro, a la que se le colocaron sensores. Al introducirla en el túnel del viento, se midió la presión para descubrir la velocidad de las ráfagas en cada punto.

Las Ventas está situada en una zona aventada de Madrid. En las ciudades, las calles provocan el efecto embudo al canalizar las ráfagas de viento. Además, desde la inauguración del coso, en 1931, el efecto del viento ha cambiado como consecuencia de la apertura de la M-30.

Una vez redactado el informe científico, las autoridades políticas tomarán una decisión sobre cubrir o no la plaza. La Consejería de Educación y Cultura, responsable última del coso, da los últimos retoques al Plan Director, que recoge las reformas que se van a emprender en los próximos cuatro años, por importe de 1.000 millones. El plan no descarta la instalación de una cubierta o bien pantallas estáticas que amortigüen el impacto del viento. "Cualquier actuación en este sentido habrá de respetar la estética del edificio", puntualiza el viceconsejero de Cultura, Juan Carlos Doadrio. "La solución no es fácil al tratarse de un inmueble declarado de interés histórico-artístico en el año 1994".

En la región funciona una plazas cubierta: la de Leganés: Y otra, la de Vista Alegre, está a punto de inaugurarse. La primera en romper con la estética taurina de sol y toros fue la bicentenaria plaza de la Misericordia, de Zaragoza. Desde 1988, cuando sopla el moncayo en la feria del Pilar, algo habitual en octubre, en cuatro minutos se descubre sobre el cielo un paraguas transparente y acaba el viento racheado que tanto odian los toreros.

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