BALONMANO Finales eupeos

La ambición agarrota al Ciudad Real

El equipo manchego pierde la final de la Copa de las Ciudades ante el Flensburg alemán

La ambición agarrotó al Ciudad Real en la primera mitad. Esa fue la principal diferencia, y no los 500 millones de pesetas de ventaja para el Flensburg en el presupuesto. Tras empatar en Alemania, el equipo manchego cayó ayer ante el gran líder de la Bundesliga cuando buscaba el broche a una temporada formidable. Como dijo el seleccionador Juan de Dios Román, "el Flensburg jugó más en los 10 primeros minutos que en los 60 disputados en su cancha". A pesar de un público enfervorizado, del hambre de victoria del equipo local -con mechones morados en el pelo, a juego con la camiseta- y de sus ab...

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La ambición agarrotó al Ciudad Real en la primera mitad. Esa fue la principal diferencia, y no los 500 millones de pesetas de ventaja para el Flensburg en el presupuesto. Tras empatar en Alemania, el equipo manchego cayó ayer ante el gran líder de la Bundesliga cuando buscaba el broche a una temporada formidable. Como dijo el seleccionador Juan de Dios Román, "el Flensburg jugó más en los 10 primeros minutos que en los 60 disputados en su cancha". A pesar de un público enfervorizado, del hambre de victoria del equipo local -con mechones morados en el pelo, a juego con la camiseta- y de sus abundantes fallos en casa, los fortachones del Flensburg (cinco daneses, cuatro alemanes, un finlandés, un ruso y un bielorruso) saltaron a la cancha con la frialdad de un desactivador de minas.

CIUDAD REAL 21

FLENSBURG 26Ciudad Real: Núñez (portero), Trives (4), Bebeshko (7, uno de p.), Jorge Fernández (2), Hermida, Pérez Ariza (3), Lubián (1) -equipo inicial-, Jiménez (3), Grébnev (1), Manrique, Vidal y Toribio (portero). Excluidos: Fernández y Grébnev. Flensburg: Holpert (portero), Klímovets(4), Lávrov (3), Bjerre (7), Christiansen (1), Hjermind (7), Hahn (2) -equipo inicial-, Fegter, Knorr, Kiendalen (2), Jorgenssen y Haagen (portero). Excluidos: Lávrov, Christiansen y Jorgenssen. Marcador cada cinco minutos: 0-2, 0-6, 1-8, 5-11, 7-14, 9-16 (descanso), 10-16, 11-16, 13-19, 18-21, 19-23 y 21-26. Árbitros: Oie y Hogsnes (Noruega). Pabellón Puerto de Santa María de Ciudad Real; lleno. Vuelta de la final de la Copa de Ciudades.

Y con los deberes pulcramente hechos. Su entrenador, el danés Rasmussen, insistió en la defensa cerrada (6-0), que esta vez fue granítica, especialmente durante el primer cuarto de hora: el Ciudad Real tardó 14 minutos en perforar la meta de Holpert, que hizo paradas extraordinarias con un estilo sobrio, como quien no quiere la cosa; su índice de eficacia rondó el 60%.

El Flensburg también se transfiguró en el ataque y demostró por qué domina la Liga más profesionalizada del mundo, la NBA del balonmano. Resulta que su gran estrella era Christiansen, autor de diez goles en la ida y definido por el entrenador español Julián Ruiz, que le conoce bien, como "el mejor extremo del mundo". Pero las genialidades de Christiansen fueron ayer innecesarias; sólo marcó un gol. Por el contrario, el zurdo Bjerre, el extremo Hermind, el comodín bielorruso Klímovets y el viejo zorro ruso Lávrov martirizaban sin piedad a Núñez, a sus compañeros y al vibrante público manchego.

En suma, la parálisis por ansia excesiva del Ciudad Real, el rigor del Flensburg y algo de infortunio provocaron un marcador deprimente (9-16) en el descanso. ¿Estaba todo perdido? Aún no: la filípica de Rafael López León, el entrenador local, debió de ser magistral porque fueron sus jugadores quienes lograron montar una defensa pétrea en la reanudación. Era como si los ocupantes de la pista hubieran cambiado las camisetas. Pero con un matiz esencial: la eficacia atacante del Ciudad Real distaba mucho de la perfección necesaria para volcar la situación. Y otro secundario, pero influyente: los árbitros favorecieron a los visitantes en esos minutos con un par de errores de bulto, como demostraron las imágenes de Sportmanía.

Sin embargo, la diferencia llegó a ser de sólo dos goles en el minuto 21. La utopía bajó a la pista, pero se evaporó en un periquete. Quedan una duda y una evidencia: el Ciudad Real no estuvo tan lejos de la gloria; pero su verdugo es un equipazo.

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