COPA DE LA UEFA Partido de ida de las semifinales

"Bienvenido a casa"

El Radomir, te quiero fue la canción con más éxito en la tarde primaveral que precedió al partido, porque si ayer el Calderón se llenó hasta la bandera fue, entre otras cosas, porque los atléticos querían ser testigos del regreso a casa de un personaje que ya es un mito rojiblanco.Ausente durante nueve meses, Antic volvió al terreno afectivo que cultivó durante el trienio que fue de 1995 a 1998. A modo de avanzadilla, le esperaban unos 400 aficionados en la puerta cero del estadio. Hundidos en el dióxido de carbono de la M-30, el humo de un chiringuito cercano y alguna bengala, los cong...

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El Radomir, te quiero fue la canción con más éxito en la tarde primaveral que precedió al partido, porque si ayer el Calderón se llenó hasta la bandera fue, entre otras cosas, porque los atléticos querían ser testigos del regreso a casa de un personaje que ya es un mito rojiblanco.Ausente durante nueve meses, Antic volvió al terreno afectivo que cultivó durante el trienio que fue de 1995 a 1998. A modo de avanzadilla, le esperaban unos 400 aficionados en la puerta cero del estadio. Hundidos en el dióxido de carbono de la M-30, el humo de un chiringuito cercano y alguna bengala, los congregados aún no olvidan el doblete de Liga y Copa del Rey que conquistó el técnico serbio. Nada más aparecer el autobús que trasladaba al equipo se oyó el ya célebre Radomir, te quiero - durante la etapa de Arrigo Sacchi se convirtió en un himno reivindicativo de los viejos tiempos-.

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En realidad, el partido de ayer fue como una forma de retomar la historia donde Antic la había dejado al no renovarle el club su contrato. El proyecto de Miguel Ángel Gil pretendía insuflar un aire de profesionalismo a la italiana, que encarnó Sacchi, pero que los hinchas del Atlético, acostumbrados a un fútbol más vitalista y espontáneo, nunca terminaron de digerir.

Ya en las gradas, repletas, siguió destilándose la misma atmósfera de agradecimiento. Un retrato de Antic colgado del primer anillo y una pancarta de unos 40 metros de largo le recibieron: "Bienvenido a casa, Radomir, tú nos harás grande".

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