CICLISMO

Van Petegem destrona al resucitado Museeuw

El velocista belga frustró el cuarto triunfo de su compatriota en el Tour de Flandes

El belga Johan Museeuw rodó escapado en compañía de Van Petegem y Vandenbroucke a menos de 10 kilómetros para el final del Tour de Flandes, pero apenas tuvo tiempo para disfrutar el milagro de su situación. De ganar la prestigiosa segunda prueba de la Copa del Mundo, hubiera inflamado las crónicas. Pero a Museeuw (33 años), espíritu del todopoderoso (y hasta detenido) Mapei, le fallaron, al tiempo, las fuerzas y la decisión. A falta de 50 metros dejó de pedalear en el sprint. Justo lo que concedió el triunfo a su compatriota Van Petegem, más potente, sobre Vandenbroucke. Podio be...

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El belga Johan Museeuw rodó escapado en compañía de Van Petegem y Vandenbroucke a menos de 10 kilómetros para el final del Tour de Flandes, pero apenas tuvo tiempo para disfrutar el milagro de su situación. De ganar la prestigiosa segunda prueba de la Copa del Mundo, hubiera inflamado las crónicas. Pero a Museeuw (33 años), espíritu del todopoderoso (y hasta detenido) Mapei, le fallaron, al tiempo, las fuerzas y la decisión. A falta de 50 metros dejó de pedalear en el sprint. Justo lo que concedió el triunfo a su compatriota Van Petegem, más potente, sobre Vandenbroucke. Podio belga al completo, algo insólito.

Museeuw es un exiliado del desahucio. Una lesión en la rodilla fruto de una caída tonta en la última Paris-Roubaix estuvo a punto de costarle la amputación de la pierna afectada. Pero vuelve por donde solía, dominando un escenario de senderos quebrados y repechos explosivos que convirtieron en patrón a un trabajador señalado ahora como el mejor clasicómano de los noventa, con victorias de relumbrón en monumentos como la París-Roubaix, o el Tour de Flandes, conquistado tres veces. La carrera, una ensalada de bofetadas entre el Mapei (Museeuw, Bartoli), el Cofidis (Vandenbroucke, Gaumont) y el Rabobank (Sorensen, Zberg) que discurría hacia una lógica explicación entre los más fuertes, acabó confundida por una caída al pie de la última dificultad prevista.

La circunstancia lanzó a Museeuw —un milagro nimio en comparación con el extraído de la medicina y de la voluntad del ex campeón del mundo— y a Van Petegem con una ventaja que obligaba al resto a improvisar gestas improbables. Sólo Vandenbroucke aceptó el desafío para demostrar a 50 kilómetros por hora su clase y tapar un hueco que acabó por convertirse en pozo para el Rabobank. La tripleta belga acordó mantener distancias con los perseguidores (aquí, el favorito Bartoli, se hacía cruces) para jugarse en privado la victoria. El final resultó un pulso entre inseguros que obligó al más rápido, Van Petegem, a atacar a falta de un kilómetro, comprobar su asfixia y esperar el regreso de Vandenbroucke, el menos sereno en la guerra de nervios planteada por Museeuw para machacar. En el liderato de la Copa del Mundo, Van Petegem alcanzó así, con 128 puntos, al belga Andrei Tchmil.

Pantani, en el País Vasco

En la Vuelta al País Vasco a partir de hoy se citan incluso aquellos que el Tour echa en falta. La diferencia entre escenarios remite a una cuestión de voltaje: habitualmente, los que por aquí renquean vuelan en Francia. En este caso los apellidos se quedan en eso; y otros ponen las piernas, como Iñigo Cuesta, el último vencedor de la prueba. Por ahí asoman Jalabert, Rebellin, Garzelli, Guerini, Blanco, Boogerd y Pantani. El italiano se ha saltado las convenciones rácanas para convertirse en modelo del ciclismo de ataque, aunque sus objetivos (Giro y Mundial) puedan aconsejarle aquí prudencia. Jalabert no atiende a este tipo de mecanismos: una carrera es eso, y si tiene categoría, más. Tres veces segundo, el francés se acerca con las mismas ambiciones. Boogerd tiene de su lado su bulimia y el diseño del recorrido. La prueba, que arranca hoy en Tolosa y finaliza en Aia (Guipúzcoa) el viernes, no propone llegadas en alto salvo la cronoescalada del último día. A cambio, dibuja etapas nerviosas plagadas de pequeñas ascensiones. Perfecto entrenamiento para Olano o Ullrich, que estarán sin que se les note.

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