Fondista del deporte, los negocios y la política

Carlos Ferrer Salat creó en 1953 los laboratorios Ferrer Internacional. En realidad, fue la refundación de una empresa familiar que ya existía mucho antes y Ferrer, en tanto que emprendedor de segunda generación, le imprimió una aceleración de despegue, primero, y la velocidad de crucero, después, que han convertido a estos laboratorios en una multinacional química con 30.000 millones de pesetas de facturación y una plantilla de 2.000 empleados. La labor fundacional de Ferrer pasó tambien por la creación del Banco de Europa. Fue al inicio de los años setenta, coincidiendo con una de las prime...

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Carlos Ferrer Salat creó en 1953 los laboratorios Ferrer Internacional. En realidad, fue la refundación de una empresa familiar que ya existía mucho antes y Ferrer, en tanto que emprendedor de segunda generación, le imprimió una aceleración de despegue, primero, y la velocidad de crucero, después, que han convertido a estos laboratorios en una multinacional química con 30.000 millones de pesetas de facturación y una plantilla de 2.000 empleados. La labor fundacional de Ferrer pasó tambien por la creación del Banco de Europa. Fue al inicio de los años setenta, coincidiendo con una de las primeras aperturas del statu quo monetario en la etapa de Luis Coronel de Palma al frente del Banco de España. El Banco de Europa, ahora en la órbita bancaria de La Caixa por mor de su recién nombrado presidente Josep Vilarasau Salat, nació con vocación de banco de fortunas y servicios personales a la suiza, como lo es ahora su relevo natural, el Privat Bank de los Delgado, Esteve, Sagnier, Carulla, Ferrero, Godó, etcétera. Pese a ser un liberal irredento, el empresario fallecido manejó muy bien las sinergias favorables entre lo público y lo privado. Desempeñó cargos institucionales: la presidencia de la CEOE y del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, del Comité Olímpico Español, la vicepresidencia del Comité Organizador Olímpico (COOB-92), y fue miembro de la patronal europea, Unice, en Bruselas. Compaginó estas responsabilidades con su pertenencia a consejos de administración de empresas multinacionales, como IBM, Electrolux, Volkswagen-Seat, Zúrich Internacional, Bank Austria y Banca Nationale de Lavoro. Como industrial y dirigente patronal y del mundo del deporte, Ferrer basó su proyección en el trabajo cotidiano, en contra de la creencia falsa y demasiado extendidad de que capturaba cargos por simple contagio elitista. Muy a menudo explicó que la vida es a veces como un partido de tenis en el que pese a ir perdiendo los dos primeros sets acabas ganando a base de constancia y sacrificio. Es sabido, que cuando el joven Ferrer Salat ganó el campeonato de España de tenis no fue gracias a su genialidad. "No tuve el saque de Gimeno ni la muñeca de Santana, pero sí el corazón de Mandarino, aquel pesado que devolvía siempre la pelota desde el fondo de la pista, y así también se gana", explicó él mismo en varias ocasiones. En su juventud y a lo largo de toda su vida, Ferrer trasladó a los estudios la constancia del tenista de fondo. Primero como integrante de la primera generación de diplomados del Instituto Químico de Sarrià (IQS), donde había compartido aula con sus amigos Joan Mas Cantí, Carlos Güell y Arturo Suqué, camaradas de Ferrer y militantes del liberalismo político y económico en los primeros años cincuenta. Años después compaginó la carrera de Filosofía con la de Ciencias Económicas en los primeros tiempos de la facultad de Pedralbes, creada por los profesores de contabilidad Mario Pifarré y Fausto Berini y por el catedrático Pedro Voltes Bou, última trinchera de la historiografía romántica. En la misma Facultad de Económicas conoció a Jaume Vicens Vives y fue propuesto como futuro profesor adjunto. Sin embargo, nunca llegó a desempeñar esta función porque se lo impidieron sus obligaciones al frente de los laboratorios Ferrer Internacional, según la autorizada versión de Jordi Nadal.

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