DANZACRÍTICA

Brecht como pretexto

Vivo en tiempos sombríos Sobre textos y músicas de Bertold Brecht y Kurt Weill, por Ananda Dansa. Intérpretes y coreógrafas, Gracel Meneu, Rosa Ribes, Cristina Andreu, Ana Extremiana. Iluminación, Victor Antón. Vestuario, Francis Montesinos. Escenografía, Edison Valls. Montaje banda sonora, Pep Llopis. Creación y dirección, Rosángeles Valls. Teatro Talía. Valencia, 15 de enero.Con este espectáculo basado en el mundo del primer Brecht trata Ananda Dansa de reorientar una trayectoria errática en los últimos años, centrada en trabajos para público infantil y juvenil y en la reposición de Homenaj...

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Vivo en tiempos sombríos Sobre textos y músicas de Bertold Brecht y Kurt Weill, por Ananda Dansa. Intérpretes y coreógrafas, Gracel Meneu, Rosa Ribes, Cristina Andreu, Ana Extremiana. Iluminación, Victor Antón. Vestuario, Francis Montesinos. Escenografía, Edison Valls. Montaje banda sonora, Pep Llopis. Creación y dirección, Rosángeles Valls. Teatro Talía. Valencia, 15 de enero.Con este espectáculo basado en el mundo del primer Brecht trata Ananda Dansa de reorientar una trayectoria errática en los últimos años, centrada en trabajos para público infantil y juvenil y en la reposición de Homenaje a K. Para ello, recurre a la memoria del dramaturgo Bertold Brecht y a bailarinas y coreógrafa ajenas a la compañía, como Gracel Meneu y Cristina Andreu, cuya rigurosa trayectoria es distinta a la de Ananda Dansa, además de a Rosa Ribes y Ana Extremiana, que bailan y aquí también coreografían. Se abre así la decana de las compañías valencianas de danza contemporánea a una nueva experiencia susceptible de entreabrir el callejón sin salida en que parecía encontrarse. Hay que decir que lo consigue con más oficio que talento, porque no conviene olvidar que la compañía tiene mucha danza vista. Una cierta pobreza conceptual, lejos del nivel del autor al que se acoge, se sirve de una brillante factura para crear atmósferas entre placenteras e inquietantes marcadas por la versatilidad de cuatro cuerpos más femeninos que feministas y capaces de comunicar casi cualquier tipo de registros. La firme apoyatura de las músicas de Kurt Weill y de una delicada iluminación de Victor Antón, junto a alguna que otra eficaz sorpresa escénica, van marcando un desarrollo que va de menos a más hasta llegar a una especie de apoteosis a los sones de Bilbao que en algo recuerda a los bombardeos que en el mundo han sido y serán. Más allá del juego de las autocitas, destaca un a veces contenido sentido del humor, el reconcentrado encanto de Gracel Meneu y la alada contundencia de Cristina Andreu, en un contexto que sugiere un propósito testimonial cuyo ejercicio se delega en las mujeres, donde se menciona los tiempos sombríos sin llegar a palparlos del todo y en el que, en fin, Brecht sale indemne del intento porque apenas es pretexto.

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