El presidente del PP asturiano cede sus funciones al nuevo candidato electoral

El presidente regional del Partido Popular (PP) en Asturias, el senador Isidro Fernández Rozada, ha delegado la dirección del partido hasta las elecciones autonómicas de junio en el candidato electoral popular y actual presidente del Parlamento asturiano, Ovidio Sánchez. La decisión, que ha sido ratificada por el comité ejecutivo regional, se produjo 27 días después de que el comité electoral formalizara la designación de Sánchez, un hombre de Francisco Álvarez Cascos, como próximo candidato del PP a la presidencia de Asturias.

Desde la fecha de la nominación de Ovidio Sánchez como cand...

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El presidente regional del Partido Popular (PP) en Asturias, el senador Isidro Fernández Rozada, ha delegado la dirección del partido hasta las elecciones autonómicas de junio en el candidato electoral popular y actual presidente del Parlamento asturiano, Ovidio Sánchez. La decisión, que ha sido ratificada por el comité ejecutivo regional, se produjo 27 días después de que el comité electoral formalizara la designación de Sánchez, un hombre de Francisco Álvarez Cascos, como próximo candidato del PP a la presidencia de Asturias.

Desde la fecha de la nominación de Ovidio Sánchez como candidato autonómico ya se habían constatado tensiones entre ambos políticos populares para capitalizar la imagen pública del partido en Asturias. Esta situación se hizo más evidente el 19 de diciembre cuando Sánchez reclamó públicamente para sí el liderazgo de hecho de los populares asturianos. Fernández Rozada empezó a chocar con el actual presidente de Asturias, Sergio Marqués, en la misma noche de los anteriores comicios por un problema de protagonismo entre ambos. Ovidio Sánchez cuenta ahora, como entonces Marqués, con el respaldo explícito del secretario general del PP, Francisco Álvarez Cascos, quien en octubre ya le comunicó que sería candidato al Gobierno asturiano, pese a que aún no se había constituido en esa fecha el comité electoral al que le correspondía debatir, y en su caso, adoptar esa decisión.Ante esta situación, Isidro Fernández Rozada, que es el más veterano de los dirigentes regionales del PP -preside a los conservadores asturianos desde 1983-, ha optado por la cautela y ha hecho cesión efectiva de sus funciones sin renunciar por ello a la presidencia del partido, pese a que el pasado mes de junio anunció su disposición a dimitir si con ello se resolvía la crisis del PP asturiano. Con ese anuncio pretendía convencer al actual presidente del Principado, Sergio Marqués, para que renunciara a este cargo, como le exige el PP tras haberle retirado su confianza.

Para delegar sus funciones en Sánchez, Rozada se ha acogido al artículo 34.1, apartado L de los estatutos, que reconoce al presidente la potestad de "delegar algunas de sus competencias en el secretario general o en otro miembro del comité ejecutivo".

La larga crisis

La crisis de los populares asturianos, desencadenada tras el virulento enfrentamiento entre Álvarez Cascos y Marqués, está, pues, lejos de haberse despejado. Tras la ruptura del partido y de su grupo parlamentario, con la escisión del bloque que apoya a Marqués -cuyos partidarios concurrirán a los comicios de junio con un nuevo partido: Unión Renovadora Asturiana (URA)-, el PP asturiano ha de recomponer ahora su estructura de poder.

Los resultados electorales que el PP obtenga en junio serán decisivos para consolidar o no el naciente liderazgo de Sánchez, quien no participa de los dos núcleos que fueron más hostiles a Sergio Marqués: las direcciones locales de Oviedo y de Gijón.

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Mientras tanto, Fernández Rozada sigue controlando el grueso de las juntas locales no afines a Marqués. Y sobre todos ellos pesa además la indefinición de cuál va a ser el futuro político del actual secretario general del PP, Francisco Álvarez Cascos, quien abandonará esta responsabilidad este mes en el congreso nacional del partido.

Cascos ha mantenido hasta ahora un control absoluto desde Madrid sobre el PP asturiano. Ningún sector del partido ha osado jamás cuestionarle, con la salvedad de los marquesistas tras el estallido en público, en junio pasado, de esta grave crisis.

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