Empate pulmonar en Sevilla

Betis y Atlético de Madrid hacen tablas en un partido muy marcado por los técnicos

El encuentro se vendió como un duelo entre viejos generales, antiguos enemigos pero respetuosos, como si se estuvieran tomando una copa en el club de oficiales. Pero fue sólo un intento de dar un barniz épico a una estética dudosa de antemano. Al final lo que pareció fue un intercambio de manuales entre profesores de gimnasia. Fue el de ayer en Sevilla un fútbol pulmonar, atenazado por conceptos de presión y contención. Digno hijo de las personalidades de Arrigo Sacchi y Javier Clemente.Con tácticas muy similares, Betis y Atlético de Madrid se dieron cuenta desde muy al principio de que el cen...

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El encuentro se vendió como un duelo entre viejos generales, antiguos enemigos pero respetuosos, como si se estuvieran tomando una copa en el club de oficiales. Pero fue sólo un intento de dar un barniz épico a una estética dudosa de antemano. Al final lo que pareció fue un intercambio de manuales entre profesores de gimnasia. Fue el de ayer en Sevilla un fútbol pulmonar, atenazado por conceptos de presión y contención. Digno hijo de las personalidades de Arrigo Sacchi y Javier Clemente.Con tácticas muy similares, Betis y Atlético de Madrid se dieron cuenta desde muy al principio de que el centro del campo era un estorbo. El balón apenas rodó por él, volaba maltratado. Bien es cierto que se carecía de hombres capaces de crear fútbol, de encontrar fisuras entre los rocosos bloques tácticos que ayer empequeñecieron el césped sevillano a una franja de pocos metros. Al Atlético de Madrid la naturaleza le privó de Kiko, Juninho y Jugovic. Al Betis, Clemente le quitó a Alexis -durante tres cuartas partes del partido- y Benjamín. Denilson sigue cenizo, se eliminó él solo.

Tras fallar un penalti (tirado con temblor de mentón) en el minuto 12 de partido, el zurdo brasileño se desnortó. A Denilson le falta gol, precisamente su obsesión, su freno. Su entrenador le coloca en la media punta, inmediatamente detrás del delantero centro, donde esta carencia se agiganta a sus ojos y a los del público, que ayer le silbó varias veces. Su regate en la izquierda es más dañino, pero ahora está acogotado por la presión de marcar.

En el duelo de presiones y balones bombardeados, el Atlético demostró estar mejor colocado. La velocidad de sus puntas permitía que Lardín apoyara a la hora de maniatar la banda derecha bética. Por la izquierda, los sevillanos tuvieron más facilidades, gracias a la fisiología de Luis Fernández, que se hinchó a meter buenos balones de rosca y, en el minuto 20, sólo Molina pudo impedir que su pase de la muerte fuera mortal de necesidad.

Al borde de la media hora, el desprecio por el suelo fue exagerado y en sus idas y venidas por el cielo el balón estuvo a punto de entrar en alguna de las porterías por acciones de Oli, Njegus, Correa, Fernando o José Mari. Cuando quedaban apenas un par de minutos antes del descanso, el Atlético ya avisó de que no le disgustaría ganar en Sevilla su segundo partido fuera de casa y Prats tuvo que afanarse para evitarlo.

En el comienzo de la segunda parte, los madrileños siguieron en su empecinamiento de marcar y otros dos paradones se interpusieron en esta meta. Así las cosas, Clemente sacó las neuronas de Alexis al campo y pasó a Denilson a la izquierda. La cosa mejoró y el brasileño sirvió un gran pase a Iván Pérez. Sacchi, por su parte, declaró intenciones y quitó a Correa, pero su equipo no perdió perfil. Estuvo más ordenado, más concentrado, con más pulmón. Poco más.

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