Un chico centrado

Víctor, inesperado goleador de Primera

Arsenio Iglesias le hizo debutar en Primera con 20 años, pero lo que en realidad consiguió fue picarle. El técnico gallego le regaló los últimos cinco minutos de la Liga 1995-96 y se despidió de él como si el chico ya le debiera un favor para toda la vida: "Hala chaval, ya podrás decir siempre que has jugado en Primera". A Víctor, aquella frase le supo a aceite de ricino. "¿Pero qué se cree usted, que no voy a jugar más en Primera?", contestó muy molesto el debutante para sus adentros. Arsenio, probablemente sin querer, tocó el orgullo de Víctor, que ya utilizó aquel episodio como motor en su ...

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Arsenio Iglesias le hizo debutar en Primera con 20 años, pero lo que en realidad consiguió fue picarle. El técnico gallego le regaló los últimos cinco minutos de la Liga 1995-96 y se despidió de él como si el chico ya le debiera un favor para toda la vida: "Hala chaval, ya podrás decir siempre que has jugado en Primera". A Víctor, aquella frase le supo a aceite de ricino. "¿Pero qué se cree usted, que no voy a jugar más en Primera?", contestó muy molesto el debutante para sus adentros. Arsenio, probablemente sin querer, tocó el orgullo de Víctor, que ya utilizó aquel episodio como motor en su progresión como futbolista. Y por eso, pese a lo que afirma la estadística, Víctor se refiere siempre a otra fecha cuando habla de su estreno oficial: el primer partido que jugó a las órdenes de Capello la temporada siguiente.Víctor Sánchez del Amo es hoy, a los 22 años, el máximo goleador de Primera, con siete tantos. Un hecho inesperado, no sólo por la nómina de realizadores que habitan en la Liga española, sino porque nunca había sido su fuerte. "Siempre destacó como pasador, no como goleador", comentan los técnicos que trabajaron con él en las categorías inferiores del Madrid, a donde llegó de la mano del padre de Alfonso. Creció con el cartel de sucesor de Michel colgado. Valdano le ascendió al primer equipo junto a Raúl, Álvaro, Guti y García Calvo, aunque entonces sólo disputó amistosos. Aparte de su juego, llamaba la atención su seriedad, su prudencia, su educación. Era un chico muy, muy centrado.

Y esa sensación sigue transmitiendo ahora en el Racing. El domingo falló un penalti, pero no se le advirtió una mueca de frustación, un gesto que le sacara del partido, hasta que el árbitro señaló el descanso. Entonces sí, se le adivinó enrabietado. Parece capaz de controlar sus reacciones, de aplazarlas al momento más adecuado. Sus declaraciones también le presentan maduro. Siempre habla en plural. Da lo mismo que los medios tienten su vanidad por lo de sus goles. Víctor, ajeno a la moda actual, responde elogiando al Racing y su posición en la tabla.

Podía seguir Víctor aún en el Madrid -tenía contrato hasta junio del 2002-, pero por ahí enseñó unas ideas muy claras. Advirtió una situación rara con la llegada de Hiddink -con matices extradeportivos que se resiste a revelar-, analizó los efectos nocivos que su permanencia en el club podía ocasionar a su progresión, puso en la balanza apego al club o fútbol, y, sin entender por qué el Madrid dejaba de lado al único especialista que tenía para la banda derecha, decidió marcharse al Racing. Y empieza a estar convencido de que acertó.

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