Tarancón o la vocación de síntesis

La propuesta de situar a Manuel Tarancón como presidente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, formulada oficialmente por los representantes del Partido Popular el pasado lunes, constituye una apuesta muy medida en aras de la superación de la polémica en torno a la lengua. Tarancón ejerce como articulista con relativa regularidad y su estilo demuestra una decidida vocación de síntesis. El presidente de la Diputación de Valencia se ajusta a una interpretación amable de las Normes del 32, pero introduce siempre modismos y arcaismos netamente valencianos que suavizan su estilo a ojos de los má...

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La propuesta de situar a Manuel Tarancón como presidente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, formulada oficialmente por los representantes del Partido Popular el pasado lunes, constituye una apuesta muy medida en aras de la superación de la polémica en torno a la lengua. Tarancón ejerce como articulista con relativa regularidad y su estilo demuestra una decidida vocación de síntesis. El presidente de la Diputación de Valencia se ajusta a una interpretación amable de las Normes del 32, pero introduce siempre modismos y arcaismos netamente valencianos que suavizan su estilo a ojos de los más recalcitrantes defensores del secesionismo lingüístico. Las concesiones, sin embargo, van acompañadas de una rigurosa atención a los acentos, tanto agudos como graves, que chocan con las posiciones más extremas en contra de la unidad de la lengua. Su condición de alto cargo público -a la que debería renunciar si accede a la presidencia de la Acadèmia de Cultura Valenciana-, y orgánico en el seno del PP -que sería lógico que abandonara- le confiere una autoridad innegable. Los populares podrían capitalizar el presumible éxito del acuerdo sobre la lengua si efectivamente Tarancón fuera la cabeza visible del nuevo organismo. Por otra parte, el presidente de la Diputación podría actuar como puente entre las posiciones más alejadas en materia lingüística. Pero el acuerdo sobre la composición de la Acadèmia no está cerrado todavía y Tarancón no es el único candidato a la presidencia de la entidad que debe fijar la normativa de la lengua. Josep María Orts, autor de la Història de la Senyera, erudito en materia histórica y artística, persona de indiscutible autoridad moral y totalmente ajeno al debate político, es otro de los posibles candidatos a presidir el nuevo organismo. Orts recibió la Alta Distinción de la Generalitat en 1995 en un gesto de Eduardo Zaplana que fue interpretado como un primer movimiento hacia una posición constructiva en materia lingüística. Rafael Alemany, vicepresidente del Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, comparte con Orts su procedencia de Benidorm. Los representantes socialistas en las negociaciones para elegir a los primeros 21 miembros que darán cuerpo a la Acadèmia han invocado su nombre como posible presidente de la institución, pero es difícil que el PP acepte a un decidido defensor de la unidad de la lengua. Como contrapartida, en las conversaciones que se desarrollan desde la aprobación de la ley el pasado 2 de septiembre, ha surgido el nombre del secesionista Xavier Casp como posible cabeza visible de la nueva entidad.

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