Los derechos del abuelo

El Tribunal Supremo italiano defiende la potestad de un anciano para visitar a su nieto

Los jueces italianos han vuelto a ser noticia en una semana repleta de sentencias sorprendentes que en unos casos redistribuyen los papeles sociales y en otros fijan irrevocablemente los ya existentes.Gracias a un fallo del Tribunal Supremo italiano, ha quedado fijado que los lazos de sangre que unen a una madre con su hijo pueden no ser más intensos ni más dignos de consideración legal que los que unen a la criatura con su abuelo. Sobre todo en países como Italia o España, donde la institución familiar no se reduce a la pareja y los hijos, sino que incluye dentro del núcleo central a los abue...

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Los jueces italianos han vuelto a ser noticia en una semana repleta de sentencias sorprendentes que en unos casos redistribuyen los papeles sociales y en otros fijan irrevocablemente los ya existentes.Gracias a un fallo del Tribunal Supremo italiano, ha quedado fijado que los lazos de sangre que unen a una madre con su hijo pueden no ser más intensos ni más dignos de consideración legal que los que unen a la criatura con su abuelo. Sobre todo en países como Italia o España, donde la institución familiar no se reduce a la pareja y los hijos, sino que incluye dentro del núcleo central a los abuelos, y a menudo hasta a tíos o padrinos. Ni siquiera la vida moderna reductora y aislacionista puede subvertir esta realidad. Ésta es al menos la opinión de los magistrados que acaban de dictar una sentencia sorprendente a los ojos de la jurisprudencia, señalando el derecho de un abuelo a estar con su nieto tres horas al día, en perjuicio de los derechos de la madre. El caso, pese a ser excepcional, podría llegar a sentar un precedente, y quizás por ello ha merecido la atención de la prensa nacional.

La historia, en pocas palabras, es la siguiente: los jueces de la I Sección Civil del máximo tribunal italiano han rechazado el recurso interpuesto por la madre de un pequeño, inmersa en una batalla por su custodia similar a la reflejada en la película Kramer contra Kramer, contra una sentencia precedente que la obligaba a compartir a su hijo diariamente con su ex marido -al igual que ella, con problemas de drogodependencia- o con los padres de éste. El fallo del Tribunal de Apelación de Roma fijaba un periodo de tiempo concreto todos los días -entre las tres y las seis de la tarde- para que el padre o, en su defecto, los abuelos pudieran disfrutar de la presencia del niño.

La madre, cuyo nombre y datos personales no han sido dados a conocer en aplicación de la ley italiana que defiende la privacidad de los individuos, reaccionó contra esta decisión judicial defendiendo los lazos de sangre y el hecho de que una primera sentencia le había otorgado la custodia del pequeño. ¿Por qué se la obligaba entonces a compartir a su hijo no ya con el ex marido, sino con los suegros? Por la sencilla razón de que los lazos entre abuelos y nietos hunden sus raíces en la tradición familiar, reconocida hasta en la Constitución, ha respondido el Supremo.

Y no sólo eso. Los jueces, cuyas sentencias se inspiran siempre en la defensa de los intereses del menor, amonestan veladamente a la madre recordándole que una patria potestad responsable no puede ejercerse en contra de la tutela de los vínculos afectivos y de sangre que ligan a abuelos y nietos.

No es la primera vez que el Tribunal Supremo italiano levanta polvaredas con sus decisiones. La semana pasada la balanza se inclinó del lado del estricto derecho, y no del afecto o la pasión, a la hora de fallar en contra de un hombre divorciado que se negaba a pagar a su ex mujer la asignación mensual alegando que el matrimonio nunca se consumó. Nadie le llevó la contraria, pero los magistrados hicieron hincapié en este caso en que, jurídicamente, un matrimonio es un matrimonio, se haya consumado o no.

Pero, seguramente, la sentencia más clamorosa de las emitidas en los últimos días por un tribunal italiano corresponde a una sala de Milán que el sábado absolvió a 11 políticos (entre ellos dos de la separatista Liga Norte) del delito de clientelismo político, desmantelando de un plumazo la filosofía judicial que permitió destapar el escándalo de corrupción política y económica conocido como Tangentópolis.

Los hechos juzgados se remontan al 31 de diciembre de 1994, fecha en la que fueron designados a dedo 59 cargos en los hospitales públicos de la región de Lombardía (norte de Italia). Los 11 políticos (pertenecientes a cuatro formaciones diferentes) que tomaron la decisión fueron condenados en primera instancia por abuso de cargo. Sin embargo, y basándose en los cambios introducidos en julio de 1997 por el Parlamento en los artículos del Código Penal, los magistrados han decidido que favorecer a compañeros del mismo partido político no es un delito, siempre que no haya dinero en juego. La conmoción ha sido grande en Italia, pero durará poco. Seguramente hasta la próxima sentencia.

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