GENTE

LA COCINERA QUE HABLÓ DEMASIADO

La cocina, en Francia, es un universo masculino. Son muy pocas las mujeres que han logrado hacerse respetar entre pucheros, que han visto como su trabajo como cocineras merecía el reconocimiento canónico de las estrellitas de la guía Michelin. Y entre esas pocas la mejor es Ghislaine Arabian, desde hace cinco años al frente de Ledoyen, uno de los grandes restaurantes de lujo de París. Cuando ella llegó, el local lo había perdido todo: las estrellitas, la clientela, el prestigio...de su época de esplendor sólo conservaba los precios. Arabian, de origen armenio, robusta, simpática y hermosa, log...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La cocina, en Francia, es un universo masculino. Son muy pocas las mujeres que han logrado hacerse respetar entre pucheros, que han visto como su trabajo como cocineras merecía el reconocimiento canónico de las estrellitas de la guía Michelin. Y entre esas pocas la mejor es Ghislaine Arabian, desde hace cinco años al frente de Ledoyen, uno de los grandes restaurantes de lujo de París. Cuando ella llegó, el local lo había perdido todo: las estrellitas, la clientela, el prestigio...de su época de esplendor sólo conservaba los precios. Arabian, de origen armenio, robusta, simpática y hermosa, logró relanzar el local. Hasta ayer. El propietario del mismo se cansó de que la cocinera hablase en público, de que se dejase entrevistar para denunciar, en una emisión de TV, el chantaje de los intermediarios y suministradores. Las dos estrellitas reconquistadas a base de croquetas de langostinos grises o de turbot a la cerveza no le han servido de escudo ante la irritación de los poderes económicos. Esta mujer, que representaba la cocina del Norte en un París que ahora suspira por la cocina del Sur, ha sido desfenestrada por esos poderes económicos. Según el tópico a los maridos se les conquista a través del estómago mientras que a los propietarios queda claro que no.-

Archivado En