Rupert, el magnífico
La biografía de Rupert Keith Murdoch, nacido en Melbourne (Australia) en 1931, demuestra que las fronteras no son sinónimo de obstáculo para él. Con 54 años y cuando ya era un poderoso empresario se nacionalizó norteamericano. Su nuevo pasaporte iba a permitirse ampliar las inversiones en EE UU, nueva patria legal, por encima de los 2.000 millones de dólares.En el Reino Unido hizo una entrada triunfal. En 1981 compró el grupo Times Newspapers Limited, que incluye The Times y The Sunday Times, así como The Sun y The News of the World, dos diarios sensacionalistas.
En 1988 intentó comprar...
La biografía de Rupert Keith Murdoch, nacido en Melbourne (Australia) en 1931, demuestra que las fronteras no son sinónimo de obstáculo para él. Con 54 años y cuando ya era un poderoso empresario se nacionalizó norteamericano. Su nuevo pasaporte iba a permitirse ampliar las inversiones en EE UU, nueva patria legal, por encima de los 2.000 millones de dólares.En el Reino Unido hizo una entrada triunfal. En 1981 compró el grupo Times Newspapers Limited, que incluye The Times y The Sunday Times, así como The Sun y The News of the World, dos diarios sensacionalistas.
En 1988 intentó comprar las acciones del grupo Fairfax. Dicha maniobra conllevaba la venta de derechos de la Australian Associated Press y la Australian Newsprint Mills. De haberlo logrado, Murdoch hubiera sido titular de la única fuente de información de Australia y ostentado el 80% de los medios de comunicación de dicho continente. El Gobierno lo impidió, pero pudo adquirir acciones en diversas papeleras. En EE UU, cuenta con los estudios de cine Twenty Century Fox y los rotativos The Chicago Sun Times (ya vendido) y Boston Herald, entre otros.
También en 1988 obtuvo el 20% del capital del grupo británico Pearson, propietario del diario Financial Times. En España cuenta desde un año después con el 25% del Grupo Z. En esa misma época lanzó Sky Television que luego uniría a la British Satellite Broadcasting (BSB) para formar BSkyB. Fallecido su máximo rival, Robert Maxwell, a sus críticos les queda el consuelo de pensar que la afición a los monopolios de Murdoch pueda convertirse a la larga en su propio freno.