FÚTBOL PRIMERA JORNADA DE LIGA

Señales contradictorias del Madrid

El equipo de Hiddink se impone con facilidad al Villarreal pero abre preguntas sobre su juego

El Madrid envió señales contradicictorias en una goleada que no dice nada sobre el estado del equipo. Se impuso al Villarreal después de un primer tiempo dificultoso, y lo hizo por los destellos de Raúl, Mijatovic y Savio. Pero el partido dejó demasiadas preguntas sobre un equipo poco estructurado, con un dibujo sospechoso -el desequilibrio de la banda izquierda con respecto a la derecha es enorme- y con un juego todavía difuso, sin trazos reconocibles.El gol de Craioveanu terminó con las previsiones del Madrid, que esperaba un tranquilo partido de verano. Lo fue en el segundo tiempo, después ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El Madrid envió señales contradicictorias en una goleada que no dice nada sobre el estado del equipo. Se impuso al Villarreal después de un primer tiempo dificultoso, y lo hizo por los destellos de Raúl, Mijatovic y Savio. Pero el partido dejó demasiadas preguntas sobre un equipo poco estructurado, con un dibujo sospechoso -el desequilibrio de la banda izquierda con respecto a la derecha es enorme- y con un juego todavía difuso, sin trazos reconocibles.El gol de Craioveanu terminó con las previsiones del Madrid, que esperaba un tranquilo partido de verano. Lo fue en el segundo tiempo, después de que el Villarreal fuera víctima de una cadena de desgracias: dos lesionados y la expulsión de Moisés. El tanto de Craioveanu acentuó los rasgos defensivos y durante el primer tiempo el Villarreal puso a toda su gente junto a su área, en la confianza de una noche nerviosa en Chamartín. Más o menos, ésa fue la línea del encuentro en el primer tiempo, muy parecido a cualquiera de la era Heynckes por las innumerables dificultades que pasó el Madrid y por los errores en su juego, que fue insustancial y desordenado.

El Villarreal no fue otra cosa que el gol de Craioveanu y una alta dosis de entusiasmo. El tanto tuvo un efecto contagioso sobre el ánimo del equipo, que se defendió por amontonamiento. Pero su fortuna no pasó por la calidad de su estructura defensiva -nada del otro jueves, por otra parte-, ni por la eficacia de sus futbolistas, ni por un plan de juego. Todo lo que sucedió en el partido dependió del Madrid. Lo bueno, que fue escasísimo, y lo malo, en abundantes proporciones.

Al Madrid le castigó su sistema nervioso, pero sobre todo le perjudicó su falta de sistema. No hubo un trazo que permitiera pensar en algo estructurado, en una idea natural del juego. La notable suma de delanteros (Raúl, Morientes, Mijatovic, Savio) no significó nada o fue un problema: se agolparon, se quitaron sitio y terminaron por favorecer las aspiraciones defensivas del Villarreal. Otras deficiencias fueron de origen conceptual. Por ejemplo, el Madrid juega con un ojo tapado. Por razones desconocidas, el ala derecha es patrimonio exclusivo de Panucci, que es como decir que es patrimonio de nadie. Panucci es un defensa discretísimo a quien no conviene sobrecargarle con misiones para las que no está llamado. Su único recurso es tirar un centro desde cualquier parte a ninguna parte. Dejar todo el caudal futbolístico de la banda derecha en poder de Panucci es un desatino de Hiddink. En estas condiciones, el Madrid se obliga a sobreactuar en la banda izquierda, donde se produce una superpoblación mal resuelta. Roberto Carlos no quiere a nadie por delante y entra en colisión con Savio. En lugar de sumarse, se restan.

Savio es un jugador muy interesante en una posición decisiva: es el extremo de toda la vida. La designación de un extremo en una alineación es una declaración de intenciones que debe acompañarse de los mecanismos necesarios para hacerle potable. Para eso se necesita un juego de toque y distracción que termine por llevar la pelota al extremo en una situación de ventaja: el mano a mano con el defensa. Pero, por ahora, el Madrid está en una fase tan indefinida que no sabe a qué juega, para qué tiene a Savio, de qué sirve Seedorf en su dispersión, qué sucede con Redondo si está desconectado de la ruta del juego.

El Madrid ganó porque la distancia con el Villarreal es extraordinaria y porque en última instancia siempre están los recursos de éste o de aquél. De Raúl, Mijatovic y Savio, que marcaron goles brillantes en medio del desolado fútbol que se vio en Chamartín, porque hubo algo de ficticio en la contundente victoria del Madrid. En el momento del segundo gol, el Villarreal estaba disminuido por la expulsión de Moisés y por las tempranas sustituciones de Alfaro y Craioveanu. Demasiados obstáculos para un equipo que se desinfló irremediablemente.

El partido dejó una lectura de doble filo para el Madrid. Por un lado dispone de recursos formidables, de un arsenal de primera calidad que le sirve para golear en partidos mediocres, como el de ayer. Pero también se percibe una falta de propósito en el juego, la idea precisa para utilizar apropiadamente un material excelente. Si los desajustes se deben a los problemas normales en el arranque de temporada o son indicios de fallos estructurales, sólo se verá con el tiempo.

Archivado En