FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Para empezar, discreto empate en Almendralejo

El Extremadura retornó a Primera División con un discreto empate. Pudo machacar a su rival pero la mala suerte se cebó en el conjunto de Rafa Benítez cuando David, cumplido el tiempo reglamentario, estrelló el balón contra el larguero. Hubiera sido un justo premio a su superioridad frente a un Valladolid pasivo, cicatero, con escasos recursos y empeñado en el pelotazo. El conjunto local, sin grandes alardes, se esforzó, fue preciso en ocasiones y apostó por el juego a ras del césped. En ese aspecto, el central Kalla fue un sorprendente hacedor desde su propia área.El encuentro tuvo un comienzo...

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El Extremadura retornó a Primera División con un discreto empate. Pudo machacar a su rival pero la mala suerte se cebó en el conjunto de Rafa Benítez cuando David, cumplido el tiempo reglamentario, estrelló el balón contra el larguero. Hubiera sido un justo premio a su superioridad frente a un Valladolid pasivo, cicatero, con escasos recursos y empeñado en el pelotazo. El conjunto local, sin grandes alardes, se esforzó, fue preciso en ocasiones y apostó por el juego a ras del césped. En ese aspecto, el central Kalla fue un sorprendente hacedor desde su propia área.El encuentro tuvo un comienzo tan generoso en esfuerzos como en imprecisiones. El Valladolid, escudado en un cierto orden defensivo, tiró por lo práctico. Una defensa basculante, expeditiva e insolvente para iniciar el juego con una cierta coherencia. El Extremadura se acomodó con cierto descaro, adobó el juego desde su saga, acarició el balón, buscó apoyos y disgregó al personal con una cierta agresividad en las bandas. La solvencia llegó hasta el borde del área. El peligro nació en Duré y murió en Rueda, un jugador imprevisible, ambicioso de gol, pero de gran torpeza para resolver.

La entrada de Eraña fue un revulsivo en la grada y en el campo. Los de Rafa Benítez acortaron el tiempo de llegada al área rival y surgieron varias ocasiones. El Valladolid juntó líneas y la presión azulgrana se acrecentó. Una sensación de impotencia se apoderó del grupo de Kresic.

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