CAMPEONATOS DE EUROPA DE ATLETISMO

La hora de los lugartenientes

Es la hora de los lugartenientes. Con la ausencia de Martín Fiz -campeón europeo en Helsinki 94 y mundial en Gotemburgo 95- y Abel Antón -campeón del mundo en Atenas 97- ha llegado el momento de sus sucesores, empeñados en preservar el maratón como territorio español. Antonio Peña, José Manuel García, Alejandro Gómez, Diego García, Antonio Serrano, y José Ramón Rey defenderán el pabellón frente a los italianos, que se anuncian como únicos adversarios, junto al británico Nerukar, el atleta que más ha sufrido la hegemonía de los maratonianos españoles.

Todo comenzó hace cuatro años, tam...

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Es la hora de los lugartenientes. Con la ausencia de Martín Fiz -campeón europeo en Helsinki 94 y mundial en Gotemburgo 95- y Abel Antón -campeón del mundo en Atenas 97- ha llegado el momento de sus sucesores, empeñados en preservar el maratón como territorio español. Antonio Peña, José Manuel García, Alejandro Gómez, Diego García, Antonio Serrano, y José Ramón Rey defenderán el pabellón frente a los italianos, que se anuncian como únicos adversarios, junto al británico Nerukar, el atleta que más ha sufrido la hegemonía de los maratonianos españoles.

Todo comenzó hace cuatro años, también en los Campeonatos de Europa. Los fondistas españoles se habían encontrado con la pared africana, imposible de escalar para gente como Martín Fiz y Abel Antón, eficaces en Europa, pero destinados al fracaso frente a los kenianos y etíopes. ¿Por qué no el maratón? Es el consejo que le dio Sabino Padilla a Martín Fiz, un atleta duro que había llegado a la treintena sin éxito relevante. Fiz dio el salto y a su alrededor se reunieron algunos atletas que habían conocido el circuito de las maratones populares, como Diego García. El traslado de Fiz tuvo un éxito fulminante. Ganó el Campeonato de Europa en Helsinki, en aquel célebre triplete junto a Diego García y Alberto Juzdado. Desde entonces ningún país ha conocido la efervescencia de España en la prueba de maratón. Lo que comenzó de manera imprevista ha terminado por convertirse en una fiebre de proporciones extraordinarias.

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Fiz y Antón han decidido tomarse un año sabático a la espera del próximo Mundial de Sevilla. Estas dos bajas serían insuperables para cualquier país. La ausencia de Fabián Roncero, autor de la mejor marca mundial de la temporada, se tomaría como decisiva en cualquier otra parte. Sin embargo, España presenta hoy un equipo con más garantías que ninguno. Sólo los italianos parecen en condiciones de resistir la pujanza de nuestros maratonianos, que tienen el mayor enemigo en las expectativas que se han generado en torno a sus posibilidades.

Resulta difícil escoger un cabecilla en un grupo compacto, de gran calidad, pero que todavía no ha pasado la prueba del algodón. A todos les falta un gran triunfo, aunque Diego García fue segundo en Helsinki. El veterano fondista guipuzcoano (37 años) es el maratoniano por excelencia. Lo ha disputado en 23 ocasiones, una cifra brutal que habla de su amor por una carrera que resulta disuasoria para la mayoría de los atletas.

Los españoles hablaron ayer. Lo hicieron con prudencia, con reservas, apuntando a los italianos Goffi y Baldini como principales adversarios. Por lo demás fue una aparición muy típica en las vísperas de una carrera trascendental: a todos les dolía algo. Alejandro Gómez, un atleta de gran clase pero impredecible, dijo que su estado natural es el dolor. José Manuel García se quejó de unas molestias en el glúteo, pero no le impedirán salir entre los favoritos. Es un hombre fiable en la competición y duro como el pedernal.

Nadie se atreve a señalar a un capitán y todos dicen que el triunfo del equipo es importante, pero que cada uno irá a lo suyo. En algunos círculos se apunta el nombre de Antonio Peña, el más joven de los españoles. La semana próxima cumple 28 años, una edad casi temprana para el maratón. Ha progresado de forma considerable y parece el tapado de un equipo dispuesto a mantener la hegemonía de los últimos cuatro años. Sólo en Atlanta 96 se les escapó la victoria a los españoles. Un dato que debe intimidar al resto de sus adversarios.

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