TOUR 98

Sólo Pantani puede salvar el Tour

El escalador italiano, único corredor capaz de desequilibrar las previsiones de Ullrich

"Llegará la contrarreloj y el alemán pondrá en fila a los contrarrelojistas; llegará la montaña y pondrá en fila a los escaladores". La previsión de José Miguel Echávarri, el hombre que condujo a Induráin a cinco Tours por el estilo, se cumplió a la perfección en su primera parte. Ahora llega la segunda, que es la más interesante. ¿Se arriesga el Tour, ya bastante tocado por el caso Festina, a un desarrollo plano y previsible, con la ley de Ullrich como única norma y un juego de resistencia entre los demás aspirantes para lograr la segunda plaza? Es un panorama aburrido, cuanto menos. Ausentes...

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"Llegará la contrarreloj y el alemán pondrá en fila a los contrarrelojistas; llegará la montaña y pondrá en fila a los escaladores". La previsión de José Miguel Echávarri, el hombre que condujo a Induráin a cinco Tours por el estilo, se cumplió a la perfección en su primera parte. Ahora llega la segunda, que es la más interesante. ¿Se arriesga el Tour, ya bastante tocado por el caso Festina, a un desarrollo plano y previsible, con la ley de Ullrich como única norma y un juego de resistencia entre los demás aspirantes para lograr la segunda plaza? Es un panorama aburrido, cuanto menos. Ausentes los Festina y sus aires de verbena y fuegos artificiales, todo parece condenado. A menos... Pero está Pantani, vivito y coleando. Un rumor de excitación recorre el pelotón desde hace unos días, un deseo que se acrecienta según se acerca el Aubisque, el primer gran puerto del Tour. Se ha hecho clamor: "Pantani, por favor, vuela y salva el Tour". O el espectáculo, por lo menos.Marco Pantani está tan empapado de su papel que no varía una coma el guión año tras año, carrera tras carrera. Él es el hombre mágico que aparece cuando todo parece estar perdido. Prepara su entrada en escena con mimo y teatralidad. Un año llora porque se cae en el primer puerto, finge amagos de abandono, discute con su director, pide ayuda a los compañeros de equipo, la rechaza después, remonta y termina escapado, a punto de ganar la etapa (le engañó Cacaíto Rodríguez). Aquel Tour 94 lo terminó en el podio, tercero tras Induráin y Ugrumov. La magia Pantani, que había debutado un mes antes en el Giro, comenzaba a asentarse. Otro año, el 97, llora porque le duele la garganta. Una mañana acude a la salida alpina con un pañuelo al cuello y con voz afónica dice que tomará la salida sólo por profesionalidad, pero que no extrañe a nadie si abandona en la primera dificultad. Poco después su equipo pone en fila a todo el pelotón, lleva a todos los corredores con la lengua fuera a pie de Alpe d"Huez, lugar en el que Pantani, el escalador calvo, despliega sus alas y vuela. Gana esa etapa y dos días después repite. Termina tercero en el podio de París, tras Ullrich y Virenque.

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Este año, El Pirata no está tan exagerado en sus demostraciones negativas, se ha pasado a un teatro más conceptual, aunque siga siendo fiel a su personaje. "Un hombre solo en esté recorrido no puede marcar diferencias", dice. El ganador del último Giro, el hombre que 10 años después de Delgado ha devuelto a los escaladores la fe en que pueden ser capaces de ganar una gran vuelta, expone sólo dudas razonables. "No sé cómo estoy... Ya veremos en la montaña... Será difícil ganar el Tour porque Ullrich tiene un margen muy grande... Sin los Festina animando la carrera, será difícil un ataque de larga distancia... Si no hace calor será más difícil marcar diferencias... Este Tour está diseñado para Ullrich..." Ninguna respuesta espectacular, ningún conejo salió de la chistera del pesimismo.

Es un Pantani diferente. Más sensato. Más convencido, dicen los que hablan con él en privado, de que ésta puede ser su mejor oportunidad de ganar el Tour. Está a gusto con el carácter mesiánico que la victoria en el Giro ha dotado a su personaje. Sin embargo, puede que tenga razón. Puede que su función desestabilizadora quede limitada por el recorrido.

De las dos etapas pirenaicas, sólo la de hoy ofrece dificultades (Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde) capaces de forjar una cabalgada solitaria. La de mañana, la que termina en la subida a Plateau de Beille, lo único que le ofrece es la posibilidad de una victoria en solitario con poca ventaja sobre los demás. "Su táctica debe ser ir eliminando a sus rivales por el podio uno a uno", dicen los técnicos. "Por ello no esperen grandes hecatombes en los Pirineos, su aliado natural en la montaña será Ullrich". Se irá con el alemán, que empezará a poner en fila a los demás, contrarrelojistas (Olano, Riis), escaladores (Escartín, Jiménez, Julich, Casagrande, Blanco) y mixtos (Jalabert).

Pantani enjugará las diferencias perdidas en Corréze y se colocará ahí arriba. Esperando a los Alpes. Pensando en el Roche del 87 (el último ganador de Giro, Tour y Mundial en el mismo año) o en el Induráin del 92 y el 93 (Giro-Tour). Pensando en engrandecer su personaje.

"Pantani, por favor, ven y salva el Tour". "El Tour ya está muerto", responde, "pero intentaré resucitarlo".

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