FRANCIA 98

No será un paseo por el parque Francia espera aprensiva el desafío de la inquietante Paraguay en octavos

De Paraguay le llegan a los jugadores franceses como ecos guerreros. El mito de un cacique invencible llamado Chilavert ("ah, pensé que ése era Higuita, estoy un poco liado", dice Desailly), que al frente de 10 aguerridos luchadores traza una línea de hierro delante de su área, infranqueable, y que a un grito de ánimo avanzan en ola incontenible hasta dar con un par de puntas afiladas que perforan al desprevenido enemigo. A Paraguay, de Francia le llegan otros ecos: voces de elegancia y finura técnicas combinadas con valor atlético, velocidad y decisión, y que no está Zidane. El rival menos me...

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De Paraguay le llegan a los jugadores franceses como ecos guerreros. El mito de un cacique invencible llamado Chilavert ("ah, pensé que ése era Higuita, estoy un poco liado", dice Desailly), que al frente de 10 aguerridos luchadores traza una línea de hierro delante de su área, infranqueable, y que a un grito de ánimo avanzan en ola incontenible hasta dar con un par de puntas afiladas que perforan al desprevenido enemigo. A Paraguay, de Francia le llegan otros ecos: voces de elegancia y finura técnicas combinadas con valor atlético, velocidad y decisión, y que no está Zidane. El rival menos mediático de los 16 que quedan vivos le espera a los organizadores, los más vistosos. Y en un partido sin vuelta de hoja. El que falle, fuera.Los jugadores franceses no saben más de Paraguay porque aún no han recibido el correspondiente informe de su técnico, el meticuloso Jacquet. Ni siquiera los Barthez, Deschamps, Djorkaeff y compañía han tenido la curiosidad de ver por televisión los partidos que ha disputado. "Nosotros somos los protagonistas, no los espectadores", dicen. Jacquet, sí. El técnico los ha visto, grabado y revisto. En su ordenador, el artilugio de moda, tiene introducidos los datos que le han proporcionado sus espías (en cada partido del Mundial, dos técnicos de Francia han apuntado todos los detalles). Sus conclusiones públicas son bastante generales: "No es un equipo típicamente suramericano, pero tiene ciertas cualidades: es compacto, sólido, riguroso, duro en los duelos y buen recuperador de balones".

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En privado les habrá dicho algo más: sus líneas de pase (siempre cortas, llevadas por Acuña en el centro), sus hombres importantes y sus virtudes (Ayala y Gamarra en el juego aéreo; Benítez, para jugar a la contra), sus variantes ofensivas (centros cruzados, balones largos, faltas al borde del área).

Los jugadores franceses han llegado a una conclusión. "No va a ser un paseo por el parque", advierte Djorkaeff. Y la aprensión crece. Recuerdan que los paraguayos son agresivos, que les pueden dormir, que ellos, los franceses, tienen que marcar el ritmo de juego para sacarles de sus rutinas, que hay que desconfiar, desconfiar, desconfiar. "Paraguay ha entrado en una dinámica de éxito peligrosa".

Y Francia sin Zidane. Contra Dinamarca, el ensayo de Djorkaeff con el 10 deparó un equipo de menos vuelo que cuando lo dirige el juventino, pero Jacquet no tiene otra elección. "Me siento más aprovechado jugando al lado de Zizou", dice Djorkaeff, "pero sin él, me tengo que adaptar a este puesto y no es ningún problema". Y menos teniendo delante a Henry y Trezeguet para aprovechar sus pases.

Mientras, Chilavert, en su rincón, sigue absolutamente convencido de que no abandonará este Mundial sin marcar un gol. Tiene que seguir diciéndolo. Sabe que sin su personalidad para galvanizar a sus compañeros, éstos pueden sucumbir.

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