FRANCIA 98

Inglaterra enseña geografía a Colombia

Los ingleses hacen valer su contundencia frente a la banalidad de los colombianos

Eh, oiga, que la portería está por allí. Qué problema el de estos colombianos con el sentido de la orientación. Utilizan la pelota para ir a ninguna parte, con el desaprovechamiento que eso significa. Sus rivales saben que están a salvo de cualquier contingencia. A Colombia ni tan siquiera le falta pegada. Ni se plantean la tontería de marcar un gol, como si fuera una falta de educación ganar los partidos. Su falta de decisión fue aprovechada por los ingleses, que se llevaron a los colombianos por delante. Es lo que pasa cuando un equipo sabe dónde está la portería y otro no.Por un momento dio...

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Eh, oiga, que la portería está por allí. Qué problema el de estos colombianos con el sentido de la orientación. Utilizan la pelota para ir a ninguna parte, con el desaprovechamiento que eso significa. Sus rivales saben que están a salvo de cualquier contingencia. A Colombia ni tan siquiera le falta pegada. Ni se plantean la tontería de marcar un gol, como si fuera una falta de educación ganar los partidos. Su falta de decisión fue aprovechada por los ingleses, que se llevaron a los colombianos por delante. Es lo que pasa cuando un equipo sabe dónde está la portería y otro no.Por un momento dio la impresión de que Colombia iba a hacer la vida miserable a los ingleses. Comenzaron a tocar y no había manera de quitarles el balón. En estos casos, los equipos suelen entrar en una fase de desesperación que les saca del partido, que les hace sentirse mal, humillados y ansiosos. Pero el toque por el toque es de una banalidad insoportable.

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Se toca para distraer y llegar a algún sitio, preferiblemente el área. Pues nada. Colombia se da a la autosatisfacción con la pelota, en un ejercicio intrascendente que casi siempre le aboca a la derrota. Inglaterra actuó con el corazón que le caracteriza y con la agresividad ante el gol que le faltó a los colombianos. Con todos sus defectos, que todavía son visibles, Inglaterra tuvo el detalle de recordarnos que al fútbol se juega para marcar goles. Que se sepa es la única manera de ganar.

Luego se discutirá el método, que en el caso de los ingleses es cuestionable. Pero al menos disponen del sentido de la orientación. Saben que la portería está allá al fondo y no junto al túnel de vestuarios, como se cree en Colombia.

El problema de los jugadores ingleses quizá tenga que ver con un sentido demasiado evidente del fútbol. Se les ve venir de lejos, aunque en los últimos tiempos luchan por reconducir su estilo. Es una batalla a largo plazo en la que se mezcla la tradición, la naturaleza y el interés por abrir una nueva vía fútbolístca.

Resulta natural la dificultad para salir de unos códigos firmemente instalados en el fútbol inglés y desembocar en una vía diferente. Sin embargo, algunos datos son positivos para el cambio: Owen, Beckham, Scholes o Mac Manaman ofrecen posibilidades innegables de creación, sin perder por ello su evidente raíz británica.

Poco a poco, Hoddle comienza a armar un equipo que podría resultar muy interesante. Ya ha limpiado a Sheringham y ha metido a Owen, que tiene un sentido muy acusado del gol. Rastrea el área con la persistencia de los buenos goleadores y además dispone de velocidad, una técnica aceptabilísima y un descaro adorable.

Con Owen, Inglaterra amenaza más. La inclusión de Beckham también es satisfactoria, aunque no ocupa la posición que debería. Pero su presencia incrementa el civismo del juego inglés. Falta Mac Manaman, pero no hay manera de convencer a Hoddle, que podría aprovechar la habilidad de Mac Manaman en las dos bandas y su capacidad para encontrar a Owen, cosa que logra habitualmente en el Liverpool.

En cualquier caso, Hoddle puede mover algunas piezas interesantes. Por desgracia también parece obligado a manejar material defectuoso, como éste Le Saux, carrilero de toda la vida, o terzino fluidificante como dirían los italianos para elevarle el rango. Le Saux es un futbolista muy vulgar que además no tiene sustituto. Si un día le duelen las muelas, Hoddle tendrá un problema para sustituirlo.

Ince también está sobrevalorado, pero no sólo por su entrenador. La prensa inglesa lo adora por no se sabe qué misterio. La historia del partido terminó cuando los ingleses comprendieron que Colombia no iba a ninguna parte. Entonces marcó Anderton, jugador al que cabría calificar como pundonoroso. Y entiéndase como se quiera. El resto del encuentro discurrió sin ningún problema para Inglaterra, entre el delirio de su bulliciosa hinchada. El segundo gol sirvió para verificar la pureza de la pegada de Beckham, uno de los jugadores que mejor golpean el balón en el mundo. Hasta ahora eso le ha servido para meter buenísimos centros y para embocar tiros libres de categoría, como el de ayer. Si utilizara esta precisión para tocar y moverse, o sea para interpretar el juego en toda su magnitud, Beckham sería un jugador muy considerable.

Los goles fueron la consecuencia de la decisión. Inglaterra quería marcar y lo consiguió. Primero con un juego dudoso, luego con más solvencia y siempre con la intensidad que caracteriza a su estilo. Fue un equipo el inglés que tenía algo que decir. Colombia, no. Colombia está en una fase de regresión: ha olvidado que el fútbol también es geografía. Se sale de un sitio para llegar a otro, y no para practicar una especie de vicio solitario con la pelota.

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