Chile alcanza de mala manera los octavos

A Chile le dieron ayer en Nantes lo que le negaron en su día en Burdeos. Los factores externos, tan esquivos frente a Italia y Austria, jugaron de su parte ante Camerún. El árbitro, la suerte, el azar, todo cuanto rodea a un partido, se puso del bando chileno ante la impotencia de los leones indomables, más generosos que nunca en su esfuerzo por recuperar la fuerza que tuvieron en torneos como el de Italia-90. Pese a que únicamente ha ganado un partido sobre 12 disputados en el Mundial desde 1962, ya no se hablará más de la fatalidad del equipo chileno, cumplidor con su objetivo de alcanzar lo...

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A Chile le dieron ayer en Nantes lo que le negaron en su día en Burdeos. Los factores externos, tan esquivos frente a Italia y Austria, jugaron de su parte ante Camerún. El árbitro, la suerte, el azar, todo cuanto rodea a un partido, se puso del bando chileno ante la impotencia de los leones indomables, más generosos que nunca en su esfuerzo por recuperar la fuerza que tuvieron en torneos como el de Italia-90. Pese a que únicamente ha ganado un partido sobre 12 disputados en el Mundial desde 1962, ya no se hablará más de la fatalidad del equipo chileno, cumplidor con su objetivo de alcanzar los octavos y medirse con uno de los grandes. Le aguarda Brasil, un rival muy seductor para una selección como la del uruguayo Nelson Acosta.Le pudo ayer a Chile la tensión del encuentro y el recuerdo tortuoso del último tramo de sus partidos anteriores. Un día más no supo administrar un marcador favorable. No tuvo gobierno en la cancha, perdió encanto y la hinchada lloró el adiós de Camerún. Al equipo de Le Roy le faltó puntería y comprensión del árbitro, especialmente irritado por el juego físico camerunés -expulsó a Song (m.52) y Etame (m.89)- y algo confuso en los dos goles que le anuló a Oman Biyik, punto de encuentro entre la nueva generación de futbolistas y la que se paseó con frescura, jovialidad y buen fútbol en la Copa del Mundo de hace ocho años.

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Camerún sólo le dio el balón a Chile durante veinte minutos. El equipo de Acosta mantuvo un buen caudal de juego ofensivo. La línea de medios garantizaba una buena elaboración. Tocaban, más a la larga que a la corta, permutaban, doblaban y tenían una buena salida, vistosa y efectiva, y ocupaban la cancha en toda su amplitud. La zurda de Sierra aumentó además los recursos del grupo, ya muy estimables por la capacidad rematadora de Zamorano y Salas. El gol resultó un ejercicio de belleza y precisión. Una falta del intimidador Song provocó un libre directo que el 10 de Chile clavó en el mismo ángulo izquierdo de Songo"o. Un golazo.

Acto seguido, sin embargo, la pulcritud ofensiva chilena degeneró en una alarmante fragilidad defensiva. Apareció un equipo inconsistente, sometido al empuje del rival, que se fue metiendo entre líneas hasta comerse el campo. Camerún tomó la pelota y devoró a Chile, muy triste, muy apagado, muy vulnerable. El gol se cantaba en cada llegada de Job, Oman Biyik o Mboma, el nuevo líder ofensivo de la selección. El acoso africano no remitió ni con el codazo de Song a Salas que le supuso la tarjeta roja. Mboma impuso su salto sobre Reyes e igualó la contienda al arrancar el segundo tiempo.

No espabiló Chile, desfondada por el despliegue de Camerún, especialmente rápido en las transiciones. Zamorano no estuvo acertado con el gatillo en un par de contras y el equipo de Le Roy no paró hasta que el hungaro Vagner pitó el final. Camerún ha mejorado con el discurrir del Mundial, pero su mejor partido llegó el día de la eliminación. El camino de Chile, por contra, ha sido el contrario. Gustó en su debú frente a Italia y, escarmentada por el marcador, decepcionó ayer en Nantes, cuando firmó una clasificación histórica.

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