Matthäus, día de records

El partido ya echaba pinta de guerra declarada cuando Berti Vogts, dos minutos antes de que terminara el descanso, se acercó a Lothar Matthäus y le dijo que se preparara para salir en la segunda parte. Quién mejor que el viejo mariscal para reorganizar unas tropas en desbandada, incapaces de detener la ofensiva balcánica que ya ganaba 1-0. Quién mejor que el viejo Matthäus, curtido y todo eso en 18 años de carrera internacional, para dar moral a su gente, subirla hacia arriba y conducirla a la victoria final. Así es, Matthäus entró 45 minutos y, con ello jugó su 125º partido internacional con ...

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El partido ya echaba pinta de guerra declarada cuando Berti Vogts, dos minutos antes de que terminara el descanso, se acercó a Lothar Matthäus y le dijo que se preparara para salir en la segunda parte. Quién mejor que el viejo mariscal para reorganizar unas tropas en desbandada, incapaces de detener la ofensiva balcánica que ya ganaba 1-0. Quién mejor que el viejo Matthäus, curtido y todo eso en 18 años de carrera internacional, para dar moral a su gente, subirla hacia arriba y conducirla a la victoria final. Así es, Matthäus entró 45 minutos y, con ello jugó su 125º partido internacional con Alemania y batió un par de récords: primer jugador de campo que juega en cinco Mundiales (debutó en España 82 a los 21 años), compartiendo presencias con el legendario portero mexicano Carbajal, y futbolista que más partidos ha jugado en los Mundiales, 22 con el de ayer. A eso une que, a sus 37 años, es el jugador que más títulos aporta a este campeonato: un Mundial (1990), una Eurocopa (1980), dos Copas de la UEFA (Inter, 1991, y Bayern, 1996), cinco Ligas alemanas, una italiana y dos designaciones como mejor jugador del mundo (1990 y 91). El centrocampista alemán coronó todo ese palmarés entrando por la puerta pequeña de la suplencia. Pero seguramente le dio igual: estaba apartado del equipo desde antes de la Eurocopa de 1996 por sus críticas hacia Vogts y Klinsmann y sólo viajó a Francia a última hora y de rebote, supliendo al lesionado Sammer.Nada más salir él al campo, su portero, Köpke, regaló a Stojkovic el 2-0. Él ya tenía claro su objetivo y cuáles debían ser los medios para conseguirlo: salió a frenar a Stojkovic, le dio dos buenas patadas, se ganó una tarjeta amarilla, pero su Alemania remontó hasta el empate. "Es un empate que me sabe a victoria", dijo al terminar el partido. "Los yugoslavos eran muy técnicos, han sido superiores a nosotros durante 70 minutos y había que frenarlos". De lo suyo, de sus récords, su vejez, sus relaciones con Vogts, no habló. ¿Para qué? Él es un mariscal: su ejército es lo que importa. Las medallas sólo se las pondrá cuando haya ganado la última batalla.

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