SE ACABÓ LA LIGA

Un goleador conflictivo

Arisco, conflictivo, consentido, individualista, arrogante, ventajista, insolidario si quieren. Pero un goleador de pura cepa, un adicto al gol que ha triunfado en el Atlético al primer intento, en su primera temporada. Christian Vieri deja el curso con 29 goles (24 en Liga, 5 en Copa de la UEFA), alguno de ellos, como el que le marcó al Paok desde la línea de fondo, fabuloso. El mérito de su pichichi no reposa tanto en la cantidad de tantos marcados -sólo un máximo realizador, Butragueño, con 19 en la 90-91, ha sumado menos en los últimos años-, como en el promedio: a un gol por encuentro -só...

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Arisco, conflictivo, consentido, individualista, arrogante, ventajista, insolidario si quieren. Pero un goleador de pura cepa, un adicto al gol que ha triunfado en el Atlético al primer intento, en su primera temporada. Christian Vieri deja el curso con 29 goles (24 en Liga, 5 en Copa de la UEFA), alguno de ellos, como el que le marcó al Paok desde la línea de fondo, fabuloso. El mérito de su pichichi no reposa tanto en la cantidad de tantos marcados -sólo un máximo realizador, Butragueño, con 19 en la 90-91, ha sumado menos en los últimos años-, como en el promedio: a un gol por encuentro -sólo Hugo, con 38 tantos en 35 partidos, le supera-.El elevado precio de su fichaje -2.600 millones de pesetas al contado- le puso bajo sospecha, pero finalmente nadie ha podido arrojarle a la cara el argumento por donde parecía iba a ser más vulnerable. Con 24 años, Vieri ha sido rentable se mire por donde se mire. Se ha entendido a la perfección con Kiko y Juninho, a los que no conocía, se ha confirmado como un especialista del área y ha disparado su cotización.

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Finalmente, a Vieri sólo se le ha podido disparar por aspectos que no tienen que ver con su fútbol, sino con su carácter: arisco con la prensa, intransigente con su entrenador, frío con la grada y distante con sus compañeros. Hasta por sus declaraciones -habló poco, pero cuando lo hizo no se mordió la lengua- fue un permanentemente quebradero de cabeza para el club, que ahora se arrepiente de cómo toreó su difícil personalidad: consintiéndole todo. El Atlético no le puso reglas. Y por mucho que endurezca el gesto ahora, ya es tarde para ponerlas.

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