FÚTBOL 34ª JORNADA DE LIGA

El Athletic resuelve un 'test`

El club vasco mantiene todas sus aspiraciones

El Athletic afrontaba un test de personalidad y lo resolvió como los quinielistas poco documentados: sin demasiadas vueltas. Primero un patadón del portero habilitó un gol; después una genialidad de Guerrero, previo ejercicio de hombría de Lacruz, ratificó el resultado. Poco más hizo que apretar los dientes ante un Compostela alicaído que a lo sumo se aprestó a planchar el traje y no desentonar en la recepción. A estas alturas las recepciones futbolísticas no están para exquisiteces y el barullo favorece al Athletic que combina desde ayer la aspiración europea en dos fronteras: la UEFA y la Li...

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El Athletic afrontaba un test de personalidad y lo resolvió como los quinielistas poco documentados: sin demasiadas vueltas. Primero un patadón del portero habilitó un gol; después una genialidad de Guerrero, previo ejercicio de hombría de Lacruz, ratificó el resultado. Poco más hizo que apretar los dientes ante un Compostela alicaído que a lo sumo se aprestó a planchar el traje y no desentonar en la recepción. A estas alturas las recepciones futbolísticas no están para exquisiteces y el barullo favorece al Athletic que combina desde ayer la aspiración europea en dos fronteras: la UEFA y la Liga de Campeones.El Athletic quería jugar con calma. Lo había preparado todo para no atolondrarse, para levantar la cabeza y elegir las opciones. Pero se olvidó del ritmo del partido y al tran-trán de los minutos fue transmutando la calma en parsimonia, la elección en abstención, la tranquilidad en obsesión. El partido tomó un mal cariz para el Athletic y afianzó al Compostela.

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El partido se moría. Buena culpa de ello la tenía el ordenamiento de contención del Compostela y la falta de personalidad del Athletic para asumir responsabilidades individuales. El juego transcurría lejos de los guardametas, ajeno a los disparos a puerta y sometido a condiciones extrañas al las dos mejores ocasiones de Joseba Etxeberria concluyeron con el futbolista por los suelos a cuenta de sendos resbalones. Guerrero hasta entonces no existía. Ziganda, corría. Jorge Pérez, jugaba. Los demás estaban.

Luis Fernández entendió que el espíritu de partido agonizaba y decidió jugar con estados de ánimo, es decir incluir al renqueante Urzaiz. A partir de entonces, el Athletic agudizó su sesgo más personal. A falta de juego, de toque, de paredes, de desbordamientos personales Pérez acusaba el cansancio del reaparecido- apeló a una jugada tradicional que le ha procurado algunos goles; el guardameta Etxebérria arreó un zapatazo, Urzaiz pugnó con un defensor y el balón fue a los pies de Etxeberria que ganó por pundonor a su marcador y obtuvo el primer gol.

No había otra manera y el Compostela padeció una jugada previsible del Athletic e imprevisible con Urzaiz de por medio. Por extraño que parezca, una jugada tan primaria como esa resultó providencial. Lo demás se ajustó al guión: el Compostela adelantó líneas, pero mantuvo sus defectos.

El segundo gol fue una mezclado de tiempos: Urzaiz controló el enésimo balón con el pecho, lo cedió a Lacruz que entró con todo ante la bota de su oponenente. Entonces surgió un apagado Julen Guerrero: lo controló con el pecho, recortó y lo mando a la otra esquina de Rafa. El ayer y el hoy en apenas un par de segundos.

El Athletic cumplía los pronósticos: ganar en casa y aprovechar los errores de los demás. No le importa el juego, la exquisitez, la diplomacia. Antepone el resultado y lo obtiene mirando al pasado y al futuro.

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