FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

El Alavés renuncia a un día de placer

Debió ser un día de fiesta en Mendizorroza. El Alavés, clasificado para las semifinales de Copa y jugando contra un enemigo que más tarde se demostró que no lo era, lo tenía todo para disfrutar. Y, como si no fuera suficiente, empezó el partido con un gol más que el Jaén. Lo marcó Téllez en un fallo descomunal y en cadena de la defensa del Jaén. Pero no. El equipo de Mané prefirió la épica a la romería. La verbena duró lo que los jienenses en colocar el balón en el centro.El Alavés sufrió como nunca. No porque se viera asediado, sino por su propia desorientación. No hubo más goles. Sólo una la...

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Debió ser un día de fiesta en Mendizorroza. El Alavés, clasificado para las semifinales de Copa y jugando contra un enemigo que más tarde se demostró que no lo era, lo tenía todo para disfrutar. Y, como si no fuera suficiente, empezó el partido con un gol más que el Jaén. Lo marcó Téllez en un fallo descomunal y en cadena de la defensa del Jaén. Pero no. El equipo de Mané prefirió la épica a la romería. La verbena duró lo que los jienenses en colocar el balón en el centro.El Alavés sufrió como nunca. No porque se viera asediado, sino por su propia desorientación. No hubo más goles. Sólo una larga agonía local y una desidia visitante. El grupo de Manolo Jiménez evidenció incompetencia y el Alavés, sin razón aparente, se desquició a sí mismo y perdió el sitio buena parte del partido.

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Esta vez si acusó el trote copero. Sólo los frescos de la machada coruñesa -Karmona, Albístegui, Pedro Riesco, Serrano- respondieron como se esperaba de un nuevo líder. Los demás futbolistas albiazules se unieron para conseguir que, durante ciertas fases y como novedad, el Alavés se encerrara en su campo.

Y no por méritos del Jaén, que sólo exhibió, dotes para el pase corto y nada de verticalidad. Jugó una hora con ventaja numérica y ninguna de las variantes que utilizó le ayudaron a sacar partido de ello. Tampoco supo agradecer la mano que le echaron en el otro equipo Berruet y Pablo. El primero, saturado de partidos, estaba perdido. Su compañero, supuesto cerebro del Alavés, volvió a mostrar que en ciertos asuntos carece de materia gris. Entre tensión y tensión el partido se terminó.

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