BALONCESTO: CUARTOS DE FINAL DE LA COPA DEL REY

La conducta suicida hunde al Madrid

El Fórum remonta 17 puntos en la segunda parte y pasa a las semifinales

El Madrid dejó Valladolid tal y como llegó: rumiando una severa depresión. Cayó eliminado a las primeras de cambio sin más explicación aparente que la constatación de que, hoy en día, el Madrid es un equipo vulnerable en casi todos los aspectos del juego. Un partido que debió resultarle relativamente cómodo se convirtió en una derrota de última hora.De pronto, al Madrid se le apagó la luz. Nadie supo encontrar el camino. Nadie llamó a la puerta. Nadie, porque este equipo está roto. Y si no lo está, lo parece. El Real Madrid no está para mucha conversación, eso es un hecho. Acudió a esta Co...

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El Madrid dejó Valladolid tal y como llegó: rumiando una severa depresión. Cayó eliminado a las primeras de cambio sin más explicación aparente que la constatación de que, hoy en día, el Madrid es un equipo vulnerable en casi todos los aspectos del juego. Un partido que debió resultarle relativamente cómodo se convirtió en una derrota de última hora.De pronto, al Madrid se le apagó la luz. Nadie supo encontrar el camino. Nadie llamó a la puerta. Nadie, porque este equipo está roto. Y si no lo está, lo parece. El Real Madrid no está para mucha conversación, eso es un hecho. Acudió a esta Copa sin mucho ruido, aparentemente humilde, deseoso de encontrar alguna alegría en su camino. Pero no es un equipo enrrabietado, no se le aprecia por el momento ningún ánimo vindicativo. Juega y deja jugar. Vive de las rentas, de la suma de muchos jugadores con oficio. Pero, ahora mismo, no tiene carisma, por mucho que Bodiroga bote la pelota entre sus piernas, drible al contrario con insultante facilidad y ejecute la canasta con la ortodoxia debida.

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Su líder es un jugador académico, callado e higiénico, pero el Madrid necesita otra cosa. Quizás, algo más de fealdad. Quizás, cariño. Este equipo necesita, al menos, un diagnóstico, que alguien le diga algo.

En ese plan se obligó ante el Fórum a un partido terapéutico. Buscó una victoria cómoda un choque a ritmo de crucero, un ir venir relajado, confiando ciertos asuntos a la competencia de Bodiroga. Su arranque fue alentador: 3-12 pata sentar las bases.

En ésas, una curiosa anécdota, un algo-más-que-palabras entre Sergio Luyk y Bodiroga. Chico, cuando un tío como Bodiroga te dice algo insultante, te mete un triple y te mira a la cara, vuelve a encestar y te pregunta que ahora qué, o reaccionas o tienes que plantearte tu futuro. Ese otro partido cobró vida subterráneamente. Tan es así que, en la primera parte, Luyk contestó con 10 tantos los 15 de Bodiroga. El dato sería incompleto si no se añade que Luyk promedia cuatro por partido.

El duelo no tuvo, inicialmente, grandes repercusiones. Sin evitar algunos sobesaltos, el Madrid conseguía llevar el partido a su territorio sin necesitar de grandes cosas. Llegado el descanso podía afirmarse que el objetivo estaba medio cubierto. Pero, en la reanudación, las cosas cambiaron. La pareja Mijailov-Arlauckas era un auténtico desastre defensivo y la desconexión entre los jugadores les llevó a un irremediable atasco. Los hechos sucedieron en breves minutos. El Fórum, a fuerza de insistir, encontró algo más que una esperanza. Habían pasado siete minutos y la victoria estaba a su alcance (44-48).

Nadie reaccionó en el Madrid. Apenas una discusión, un enfado, algo de rabia. Desamparados por la terrible defensa de Arlauckas y Mijailov, sin entender parte del respetable qué hacia Orenga ¿castigado?, ¿lesionado?, ¿olvidado? en el banquillo, el Madrid tomó la decisión de suicidarse. Debe entenderse así si se aprecia que Bodiroga parecía ausentarse de los acontecimientos, tan proclive como es al protagonismo. Mientras tanto, Miguel Ángel Martín entró en estado de shock: el Forum descontó un chorro de puntos sin que al técnico del Madrid se le ocurriera pedir un tiempo muerto.

Los hechos no cambiaron, pero cambió el marcador: el Fórum se colocó por delante y se lanzó a por la victoria. Los dos últimos minutos fueron presuntamente emocionantes. Estaban en juego el miedo a ganar de unos contra las tendencias suicidas de los otros. Como quiera que Miguel Ángel Martín decidió morir con Arlauckas y Mijailov abriendo boquetes en su propia zona, cabe deducir fácilmente quién tuvo más peso en el partido. Fue un partido dominadopor el Madrid desde el principiohasta el final, tanto cuando quiso ganar como cuando pareció ensimismarse en la derrota. El Fórum, a todo esto, fue un espectador privilegiado.

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