Futre medita colgar de nuevo las botas

Paulo Futre tiene ahora la sensación de haberse precipitado. Decidió irse del Atlético, buscar una nueva oportunidad futbolística en Brasil y demostrar al mundo y a sí mismo que su situación era una injusticia. Pero tan sólo unos días después de su fuga, medita seriamente volver a colgar las botas.

El fútbol brasileño no resultó ser el paraíso soñado. Se esperaba una llegada triunfal, pero le recibieron poco menos que por la puerta de servicio. Ayer regresó a Madrid alegando problemas personales -una inoportuna enfermedad de su mujer-, con la pretensión de no moverse. Apalabró el mi...

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Paulo Futre tiene ahora la sensación de haberse precipitado. Decidió irse del Atlético, buscar una nueva oportunidad futbolística en Brasil y demostrar al mundo y a sí mismo que su situación era una injusticia. Pero tan sólo unos días después de su fuga, medita seriamente volver a colgar las botas.

El fútbol brasileño no resultó ser el paraíso soñado. Se esperaba una llegada triunfal, pero le recibieron poco menos que por la puerta de servicio. Ayer regresó a Madrid alegando problemas personales -una inoportuna enfermedad de su mujer-, con la pretensión de no moverse. Apalabró el miércoles su pase al Santos, pero como no firmó nada tampoco lo considera una situación irreversible. El Atlético, y eso lo dejó muy claro Miguel Ángel Gil el otro día, criticando duramente su conducta como profesional, no consentirá su reincoporación a la plantilla rojiblanca. Para volver al club sólo tendría una salida: aceptar el cargo que tenía antes del verano, como miembro de la secretaría técnica. Es decir, volver a colgar las botas. Y ésa es precisamente la idea que en estos momentos sopesa Futre.La cabeza de Futre es en estos momentos un hervidero. Se siente confundido, engañado desde todos los rincones: por Antic, cuando descubrió que su fichaje en verano tenía menos de intención futbolística que publicitaria; por los que le convencieron de que su situación en el Atlético era inmerecida e injusta, y por los clubes brasileños, que, a diferencia de lo que en un principio creyó, tampoco ven en el portugués a la estrella que fue.

Futre sospecha ahora que se precipitó. Que su situación en el Atlético y su vida en Madrid junto a su familia eran en realidad un privilegio. Y ahora no quiere renunciar a él. Pero ya puede ser tarde: la imagen de Antic salió muy dañada por la marcha del portugués y en el camino salieron al aire duras frases muy complicadas ya de esconder. El mejor soporte con el que cuenta el luso sigue siendo Jesús Gil, que sería capaz de cualquier cosa antes de ver sufrir a su futbolista favorito.

Futre no sabe qué hacer: volver a Brasil, intentar un retorno al Atlético o refugiarse en su familia y dejar el. fútbol. Esta última opción parece la más probable.

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