Crítica:

Mary Reilly

22.00 / DramaEE UU, 1995. Dir.: Stephen Frears. Int.: Julia Roberts, John Malkovich.En todas las historias siempre hay un mudo; un sujeto que asiste en silencio a la gran tragedia. ¿Acaso Dulcinea no tiene nada qué decir sobre el insano acoso de su caballero? ¿No es doloroso imaginar la vida de humillaciones del personaje de Hatti MacDaniel en Lo que el viento se llevó? Frears, incansable portavoz de desheredados (baste recordar Mi bella lavandería o la más reciente La Camioneta), insiste. La que habla en esta ocasión es la atormentada fregona del esquizofrénico doc...

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22.00 / DramaEE UU, 1995. Dir.: Stephen Frears. Int.: Julia Roberts, John Malkovich.En todas las historias siempre hay un mudo; un sujeto que asiste en silencio a la gran tragedia. ¿Acaso Dulcinea no tiene nada qué decir sobre el insano acoso de su caballero? ¿No es doloroso imaginar la vida de humillaciones del personaje de Hatti MacDaniel en Lo que el viento se llevó? Frears, incansable portavoz de desheredados (baste recordar Mi bella lavandería o la más reciente La Camioneta), insiste. La que habla en esta ocasión es la atormentada fregona del esquizofrénico doctor Jekyll. De nuevo, la clase obrera, los ofendidos, los protagonistas de las páginas de sucesos declaman su listado de agravios. De este modo, el director británico lee las espaldas del destino para ofrecernos un drama finisecular, tétrico y excesivo. Dos actores de peso, una brillantísima dirección de actores y una historia que por definición no es sino la negación de la historia son los elementos de los que se sirve Mary Reilly para contar algo que de repente se antoja más interesante que los experimentos del cargante sabio: la minuciosa radiografía de la servidumbre.

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