FÚTBOL DUODÉCIMA JORNADA DE LIGA

Pizzi sostiene de líder al Barça

Los azulgrana ganan por goles y coraje a un Celta futbolísticamente mejor

Agarrado a la zamarra de Pizzi y sostenido por los calzones de hasta cinco zagueros, el Barça defendió el liderato con un despliegue de voluntarismo. En situaciones extremas como la de ayer, cuando el dichoso entorno asoma y preña los partidos de mala leche, se imponen soluciones drásticas. A grandes males, grandes remedios.El colectivo de Van Gaal lleva un cuarto, de Liga haciendo del primer puesto un asunto de vida o muerte, y el Celta llegaba con la grúa a cuestas, dispuesto a sacar a los azulgrana de la circulación. No había otra salida que un triunfo por la vía de lo civil o lo criminal p...

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Agarrado a la zamarra de Pizzi y sostenido por los calzones de hasta cinco zagueros, el Barça defendió el liderato con un despliegue de voluntarismo. En situaciones extremas como la de ayer, cuando el dichoso entorno asoma y preña los partidos de mala leche, se imponen soluciones drásticas. A grandes males, grandes remedios.El colectivo de Van Gaal lleva un cuarto, de Liga haciendo del primer puesto un asunto de vida o muerte, y el Celta llegaba con la grúa a cuestas, dispuesto a sacar a los azulgrana de la circulación. No había otra salida que un triunfo por la vía de lo civil o lo criminal para frenar la caída en picado.

Tres derrotas seguidas pesan mucho en el Camp Nou, así que el partido se convirtió en una cuestión de supervivencia, en un choque que necesariamente debía marcar un punto de inflexión en el confusionismo azulgrana. Una tarde propicia, consecuentemente, para el ariete, un tipo que desde que nació el fútbol resuelve los partidos más delicados, y también para los laterales, como mandanlas leyes del juego físico, un día en que la fortaleza mental y física era más importante que el talento.

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Pizzi provocó el primer gol, ofreció el segundo y marcó el tercero, fabricado por Ferrer. El Chapi se sacó dos caños más propios de un extremo que de un marcador e ilustró con una jugada la empanada táctica que sobrecoge al Barça. Los defectos de los azulgrana fueron denunciados por el Celta. Fue un equipazo que se salió del partido con la misma limpieza con la que se había metido.

Los errores en el despeje y en el remate emborronaron el entrejuego celeste y el árbitro acabó por rematarles con acciones determinantes como un penalti no pitado de Hesp a Revivo. Armado a partir de la carrocería de Mazinho, el grupo de Irureta dio un curso de sentido común. Tuvo más tiempo la pelota y la jugó mejor en todos los sectores del campo.

El Celta aparcó desde la salida en la divisoria y quebró el espinazo azulgrana. Nada extraño dada la destemplanza del Barça. La inestabilidad del grupo azulgrana no se explica cotejando la clasificación sino leyendo la alineación. Van Gaal va jugando a cada jornada con los futbolistas como un niño con sus muñecos.

Giovanni ha pasado de ser el héroe del Bernabéu a sentarse en la tribuna del Camp Nou; Óscar ha sido ya apartado con la misma funcionarialidad que en su día fue puesto; Nadal entra y sale sin tiempo para enterarse de qué va el asunto; y ayer les tocó el turno a los dos polos del colectivo: el técnico acabó con la bula de Reiziger y le dejó en el banquillo, y vistió a Pizzi de titular por vez primera.

Otra vuelta de tuerca al equipo. No hay hoy otro referente que la carpeta de Van Gaal y sus autómatas. El técnico parece empeñado en que el equipo adquiera un nivel standard, de tal manera que Rivaldo trabaje, como si fuera Amunike, o Ferrer corra la banda como Figo. Manda la uniformidad. La entrada de Pizzi resultó un alivio pasajero para un grupo cuya enfermedad no se cura poniendo un ariete donde no lo ha habido durante dos meses.

El delantero centro resultó un recurso, un punto de mira, un futbolista al que tirarle la pelota en los momentos de zozobra de un equipo que, por lo menos, pareció mejor dejado en la cancha -más ortodoxo si se quiere- pese a que nunca llegó a ponerse en marcha. El Barça sólo tuvo un delantero y cinco defensas. Los medios quedaron absorvidos por el trabajo defensivo al que les obligó el Celta o por la faena ofensiva. La posesión y control del cuero estuvo de parte del equipo de Vigo, más sereno y aseado, aunque igual de frágil que el Barça y, sobre todo, menos certero, pues tuvo la misma llegada.

La mejor puntería redimió otra jornada a un grupo azulgrana tan timorato que ha hecho de la defensa de los saques de esquina una cuestión de honor. Los azulgrana, en el fondo, parecen estar empeñados en defenderse defendiendo el liderato. Y, mientras, es difícil reivindicar cualquier otro asunto. Hay que ir partido a partido. Atemperada la tormenta, al Barcelona le aguarda una semana de paz por obra y gracia de Pizzi, así que al menos hasta Oviedo el equipo ha encontrado al delantero centro.

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