TENIS: MASTERS DE HANNOVER

Moyà derrota a Sampras en su debú

El mallorquín gana al 'número uno' mundial con autoridad y aplomo

El debú de Carles Moyà, de 21 años, en el Masters se cerró con una victoria impensable. El mallorquín entró en la pista del pabellón de exposiciones de Hannover como víctima propiciatoria y salió como el gran triunfador de la jornada y con la moral tremendamente reforzada. Moyà superó a Pete Sampras, número uno del mundo, por 6-3, 6-7 (4-7), 6-2 en 1 hora y 55 minutos. El norteamericano no se lo creía. Cogió su bolsa y se largó de la pista con la decepción pintada en su cara.Moyà, en cambio, limitó su alegría a levantar los brazos, a echar una ojeada de complicidad hacia su entrenador, Jos...

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El debú de Carles Moyà, de 21 años, en el Masters se cerró con una victoria impensable. El mallorquín entró en la pista del pabellón de exposiciones de Hannover como víctima propiciatoria y salió como el gran triunfador de la jornada y con la moral tremendamente reforzada. Moyà superó a Pete Sampras, número uno del mundo, por 6-3, 6-7 (4-7), 6-2 en 1 hora y 55 minutos. El norteamericano no se lo creía. Cogió su bolsa y se largó de la pista con la decepción pintada en su cara.Moyà, en cambio, limitó su alegría a levantar los brazos, a echar una ojeada de complicidad hacia su entrenador, Josep Perlas, y a disfrutar del momento, sentado en su silla, de una forma personal, intransferible. Fue la de ayer la mejor victoria de su aún corta carrera profesional y la asimiló sin apenas inmutarse. Es ése uno de los aspectos más destacables de la introvertida personalidad del mallorquín: lo lleva todo con calma.

Mientras todo el mundo se preguntaba todavía con incredulidad porqué un jugador que sólo había ganado tres encuentros de los nueve que había disputado en superficies cubiertas había superado al número uno, él ya reflexionaba sobre los dos partidos que le quedan en el Masters para alcanzar las semifinales: ante Rusedski y frente a Rafter.

Su victoria rompió toda la lógica. Moyà no es aún un buen jugador en sala, debía además notar la presión de debutar en el Masters, y llegaba a Hannover tras un mal final de temporada. Sampras, en cambio, acababa de ganar el torneo de París en moqueta interior y entró en el campeonato con la aureola de igualar el récord de Jimmy Connors de ser coronado número uno mundial por cinco años consecutivos.

¿Cómo logró, pues, Moyà romper lo que parecía marcado por el destino y endosarle a Sampras la segunda derrota del año en sala? Hay una explicación. Moyà realizó un extraordinario partido. Pero, probablemente, eso no hubiera bastado en una pista equipada con moqueta. Lo que alteró de forma sustancial las coordenadas del encuentro fue la superficie. El Masters desterró este año la moqueta y pintó la pista sobre una superficie dura, parecida a la del Open de Estados Unidos.

Puede parecer una trivialidad, pero no lo es, porque las bolas -también más lentas- botan más. Y ese aspecto es fundamental para jugadores como Moyà o como Bruguera que necesitan pegar la bola muy alta para liftar bien y que coja mejor el efecto. Situados en estas coordenadas, y con un Sampras que limitó a un 53% el acierto en su primer saque, las distancias entre los dos jugadores se igualaron. Los puntos tuvieron que disputarse y en algunos casos tras largos peloteos.

En este terreno, el mallorquín no sólo pudo entrar de lleno en el partido sino que lo dirigió. Fue él y no el número uno quien marcó el ritmo. Llevó de cráneo a Sampras con unos globos medidos, unos passings milimétricos y un servicio nada despreciable. Y pudo incluso concluir el encuentro en la segunda manga, en la que dispuso de dos bolas de partido (con 6-5 y 15-40).

"Si pudieran cambiarían ahora mismo la pista. Esta derrota de Sampras provocará que el próximo año el Masters se dispute en una pista tan rápida que las bolas parecerán cohetes", profetizó ayer desde Barcelona Javier Duarte, entrenador de Álex Corretja y de Alberto Berasategui.

Sin embargo, el Masters no ha hecho más que empezar. Pete Sampras reordenará sus ideas y planteará sus encuentros futuros con más conciencia del peligro que puede correr. Y lo mismo harán Grec, Rusedski y Patrick Rafter, los dos componentes restantes de este grupo.

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