Récords entre pócimas, dureza y necesidad

Los sospechosos métodos de Ma Junren vuelven a dar marcas sensacionales de las atletas de fondo chinas

El gigante chino vuelve a asombrar y a crear sospechas. El gran país asiático, tras largos años de aislamiento deportivo internacional, volvió en la década de los ochenta al concierto mundial y no sorprendió demasiado con la mejoría de sus resultados. En modalidades como el tenis de mesa, los saltos de trampolín, la gimnasia o el badminton ya se conocía su gran nivel. Sin embargo, pasados 10 años de contactos, 1993 iba a ser un punto de inflexión clave. Los Mundiales de atletismo de Stuttgart supusieron una explosión inesperada de un grupo de jóvenes fondistas dirigidas por un inefable ent...

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El gigante chino vuelve a asombrar y a crear sospechas. El gran país asiático, tras largos años de aislamiento deportivo internacional, volvió en la década de los ochenta al concierto mundial y no sorprendió demasiado con la mejoría de sus resultados. En modalidades como el tenis de mesa, los saltos de trampolín, la gimnasia o el badminton ya se conocía su gran nivel. Sin embargo, pasados 10 años de contactos, 1993 iba a ser un punto de inflexión clave. Los Mundiales de atletismo de Stuttgart supusieron una explosión inesperada de un grupo de jóvenes fondistas dirigidas por un inefable entrenador entre enigmático y sorprendente, Ma Junren.Era el primer año postolímpico en que se disputaban Mundiales al rebajar su ciclo de cuatro años a dos y podían justificarse parte de los éxitos por una preparación específica para la importante cita. Pero era demasiado misterioso por lo repentino y también por lo desbordante. El título de 1.500 metros, el podio completo de los 3.000 -aún no se había cambiado en el programa por los 5.000- y los dos primeros lugares de los 10.000 era como para asustar. Y aún quedaba más. Apenas un mes después, las mejores atletas de Stuttgart añadieron a las medallas de oro los récords mundiales.

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¿Nombres? Casi daba igual. Incluso para los más entendidos o estadísticos del atletismo era un galimatías. Pero, sobre todo, las dos mejores, sólo diferenciadas por una letra. Qu Yunxia, plusmarquista de 1.500 y Wang Junxia, la máxima figura, de 3.000 y 10.000. El récord de los 10 kilómetros, sobre todo, parecía de una extraterrestre al superar la plusmarca anterior de la intocable noruega Ingrid Kristiansen por casi 42 segundos. Wang, además, también había rebajado en la carrera de 1.500, tras Qu, uno de los récords que más han durado en la historia, el de la soviética Tatiana Kazankína, que permanecía desde 1980.

¿En qué competición tan importante después de los Mundiales se había producido tamaña revolución? Los Juegos Nacionales, disputados ese año en Pekín. Los Juegos Olímpicos chinos de cuyos resultados dependen fundamentalmente las subvenciones de papá y mamá Estado, chino a las provincias. Había llegado el gran momento de Ma Junren para saltar a la fama. Con 48 años se iba a convertir en el entrenador mágico. ¿Qué métodos utilizaba? Empezaba el gran rosario de misterios y despropósitos.

Ma es un personaje muy particular, que ha pasado cuatro años inmerso en la polémica y havuelto a la actualidad justamente con otra edición de los Juegos Nacionales, ahora disputados en Shanghai. Sus nuevas atletas -sólo permanece Qu en su armada particular- no han ido esta vez a los Mundiales de Atenas, pero si han aprovechado sus Juegos para hacer otras grandes marcas en 1.500 y en 10.000 metros y para apoderarse del único récord mundial que no poseían, el de 5.000. Y lo han hecho a lo grande, superándolo por dos veces, en las semifinales de la prueba y en la final. Los nuevos nombres son Dong Yanmei, de 17 anos, y Jian Bo, de 20 -que también se quedó a 52 centésimas del récord de Qu en 1.500-

Entre 1993 y 1997 sólo Wang ha sido noticia en las pistas por su medalla de oro olímpica en los 5.000 metros de los Juegos de Atlanta 96 y la de plata en los 10.000 -tras la portuguesa Fernanda Ribeiro, que ha perdido ahora el récord de los 5 kilómetros- Pero el resto de las corredoras promovidas por Ma desaparecieron. Y Wang incluso lo había abandonado ya, como otras atletas. Le criticó la dureza de los entrenamientos e incluso quedarse con sus premios.

Ninguna de las atletas de Ma ha hablado de dopaje, ni se las ha detectado producto prohibido alguno en los controles que. han pasado. Es una curiosa variante respecto a otros deportes en los que la mejoría también ha sido muy brusca, como la natación y la halterofilia, y sí se ha comprobado la trampa.

Las razones conocidas del método de Ma están en el inmenso volumen de trabajo en los entrenamientos y en el aprovechamiento de la altitud. Las propias atletas han reconocido la dureza de la preparación. Bo, la última plusmarquista, además de alabar a su entrenador, ha reconocido: "Los objetivos de Ma son tan altos que nuestra vida resulta muy difícil".

No se puede olvidar que ser deportista de élite en China supone tener unos privilegios inmensos en la misma proporción que las dimensiones del país.

Todas provienen de la provincia de Liaoning, al noreste del país, y no sólo se han forjado con entrenamientos tremendos, sino con largas estancias en altitud al estilo keniano. Tras asimilar una tremenda preparación con carencia de oxígeno sus bajadas al nivel del mar suelen ser tan atronadoras como fugaces. También por eso se han perdido casi todas, a imagen y semejanza de muchos corredores africanos que aparecen y desaparecen de la escena internacional al no resistir tanta exigencia.

Ma, tras los últimos récords de sus chicas, ha comentado: "Mis atletas han corrido como entrenamiento un maratón y medio diario y han tomado raciones de alimentación 12 veces al día". En una sola frase resumía sus dos grandes métodos. La barbaridad de 63 kilómetros por jornada y también el sistema desconocido. En el pasado habló de una pócima a base de sangre de tortuga -de caparazón blando, concretamente-, ginseng, hierbas y hongos de gusano. Incluso vendió por más de 160 millones de pesetas, en plena furia como negociante, parte de su receta. Pero se guardó el secreto principal. Ahora, hay una variante. Él mismo lo ha dicho. Siguen las hierbas tradicionales chinas, pero se han unido los caldos de pollo viejo".

Todo suena a tomadura de pelo profunda, máxime cuando el propio Ma parece un Rasputin cualquiera. Tras sus primeros éxitos también dijo que tenia un cáncer de garganta, del que parece milagrosamente curado. Y no se ha recatado en criticar y retar a los que le han acusado de farsante o de aprovechado, tanto en el país -donde le han parado varias veces los pies por sus métodos de enriquecimiento claramente capitalistas-, como fuera de él. "Son los países occidentales los que inventan los productos dopantes y después los prohiben cuando están ya superados", acaba de decir ahora. "Pueden venir a controlar a mis corredoras cuando quieran y verán que son inocentes".

Jiang Bo, su última plusmarquista, lo corrobora: "Nuestro entrenador utiliza métodos científicos y, además, ya ha preparado a varias campeonas del mundo". Ma ya ha anunciado al pueblo chino que no le interesan las competiciones nacionales y que su objetivo es ganar medallas olímpicas en Sydney 2000. Se ha olvidado de los Mundiales previos en Sevilla99. Da igual. Las incógnitas se han vuelto a abrir: ¿Resistirán sus chicas los trabajos forzados o desaparecerán como tantas anteriores? ¿Sus sopas de pollo viejo y sus hierbas seguirán siendo sustancias permitidas por los laboratorios antidopaje?. El gigante chino sigue despertándose con mucho misterio o sabe Ma qué.

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