Un emigrante a las puertas del cielo

El piloto español Pedro Martínez de la Rosa se acerca a la F-1 tras sus recientes éxitos en Japón

Que hace falta dejar la familia y la novia para irse a Inglaterra a aprender en la competición más dura... allá vamos. Que es necesario emigrar a Japón y dormir tres años en el suelo y comer con palillos para seguir progresando... pues adelante. Que hay que ganar todos los campeonatos que se presenten... claro que sí, talento es lo que sobra. Ése es Pedro Martínez de la Rosa, el hombre que está a punto de cumplir su sueño y el de muchos. Ha hecho todo lo posible por viajar algún día al volante de uno de los bólidos más rápidos del planeta y ese día se acerca a grandes pasos. La puerta del ciel...

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Que hace falta dejar la familia y la novia para irse a Inglaterra a aprender en la competición más dura... allá vamos. Que es necesario emigrar a Japón y dormir tres años en el suelo y comer con palillos para seguir progresando... pues adelante. Que hay que ganar todos los campeonatos que se presenten... claro que sí, talento es lo que sobra. Ése es Pedro Martínez de la Rosa, el hombre que está a punto de cumplir su sueño y el de muchos. Ha hecho todo lo posible por viajar algún día al volante de uno de los bólidos más rápidos del planeta y ese día se acerca a grandes pasos. La puerta del cielo llamada fórmula 1 se abre por fin para un piloto español.

Primo del motociclista Alberto Puig e hijo del industrial que patentó en España las famosas tiritas para la nariz, a los 26 años está listo para dar el gran salto. Su inmaculado currículo le convierte en apuesta segura. Desde que se inició en las carreras, con coches de radiocontrol, hasta su reciente título de fórmula 3000 en Japón, ha triunfado en todas las categorías, siempre a base de calidad, frialdad, tenacidad y sacrificio. Calidad porque hay que ser muy bueno al volante para brillar con cualquier coche. Frialdad porque su capacidad estratégica es lo que le envidian todos los rivales. Tenacidad porque hay que desear mucho una cosa para perseguirla con la insistencia con que lo ha hecho él. Y sacrificio porque vivir tres años completamente solo en Gotemba, a dos horas de Tokio, no merece otra calificación.

Precisamente la tierra del sol naciente le ofreció la gran oportunidad de revivir como piloto cuando en 1995 su carrera deportiva se encontraba en un callejón sin salida. A pesar de haber sido campeón de categorías inferiores en España y en Gran Bretaña, la falta de apoyo le llevó al borde de la renuncia. Pero aceptó el reto japonés y ahora no se arrepiente, aunque tuviera que celebrar la consecución del título solo y con un batido de frutas.

En Japón han tenido, que esforzarse para pronunciar su nombre. No les queda otro remedio, ya que ha logrado cinco victorias en ocho carreras este año en el campeonato automovilístico más importante de aquel país, la fórmula 3000, verdadera antesala de la máxima categoría mundial. Allí compitieron pilotos tan destacados en la F-1 como Eddie Irvine (Ferrari), Mika Salo (Tyrrell), Heinz Harald Frentzen (Williams) y Ralf Schumacher (Jordan). Este último fue el antecesor del piloto español como campeón de la F-3000 japonesa y ahora aparece como un posible sucesor de su propio hermano.

Pedolo de la Losa, le llaman, con la tradicional dificultad del japonés en pronunciar la letra erre. Pero aunque les cueste decir su nombre, la popularidad del piloto barcelonés es impresionante. No en vano está batiendo todos los récords del campeonato nipón. Cada día recibe cientos de emails y firma más autógrafos que en España, donde todavía es un desconocido para el gran público.

Menos problemas tienen para recordar el segundo apellido -su nombre de guerra- de este barcelonés de 26 años en los exclusivos ambientes de la F-1. Desde el amo del circo, el magnate inglés Bernie Ecclestone, hasta los directores de escudería más poderosos y las voces más influyentes. Todos han oído hablar ya de las hazañas y las posibilidades del primer español que puede llegar a la categoría reina del automovilismo mundial con verdaderas posibilidades de destacar. Con los objetivos de su progresión cumplidos, incluida esta temporada triunfal, 1998 será el año clave. Nunca se reunirán tantos factores a favor para que Pedro llegue a la cima con todas las garantías. Hasta ahora sólo seis pilotos españoles han corrido en F-1 en sus 47 años de historia. Y ninguno de ellos pudo triunfar. Paco Godia, Alfonso de Portago, Álex Soler Roig, Emilio de Villota, Adrián Campos y Luis Pérez Sala tienen ahora un heredero.

A pesar de lo difícil que está entrar en la F-1, y más en un equipo con ciertas garantías, Pedro Martínez de la Rosa puede conseguirlo la próxima temporada. Hay pocos asientos libres, pero el nombre de este piloto es pañol figura en todas las quinielas y en las listas del exigente mercado del automovilismo. Prost, Stewart y Tyrrell forman la lista de posibles destinos para él y algunos de esos colores se convertirán pronto en los preferidos de la afición española.

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